Lectura de la carta del apóstol san Pablo a
los Colosenses (1, 9-14)
Hermanos: No dejamos de orar por
vosotros y de pedir que consigáis un conocimiento perfecto de su voluntad con
toda sabiduría e inteligencia espiritual. De esta manera vuestra conducta será
digna del Señor, agradándole en todo; fructificando en toda obra buena, y
crecimiento en el conocimiento de Dios, fortalecidos plenamente según el poder
de su gloria para soportar todo con paciencia y magnanimidad, con alegría,
dando gracias a Dios Padre, que os ha hecho capaces de compartir la herencia
del pueblo santo en la luz. Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y
nos ha trasladado al reino del Hijo de su amor, por cuya sangre hemos recibido
la redención, el perdón de los pecados.
Salmo responsorial
(Sal 97, 2-3ab. 3cd-4. 5-6)
R. El Señor da a conocer su salvación.
R. El Señor da a conocer su salvación.
El Señor da a conocer su salvación,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R.
se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R.
Los confines de la tierra han
contemplado la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. R.
Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. R.
Tañed la cítara para el Señor, suenen
los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas, aclamad al Rey y Señor. R.
con clarines y al son de trompetas, aclamad al Rey y Señor. R.
Lectura del santo
evangelio según san Lucas (5, 1-11)
En aquel tiempo, la gente se agolpaba en
torno a Jesús para oír la palabra de Dios. Estando él de pie junto al lago de
Genesaret, vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores, que habían
desembarcado, estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, que era la
de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado,
enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Rema mar adentro, y
echad vuestras redes para la pesca». Respondió Simón y dijo: «Maestro, hemos
estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra,
echaré las redes». Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de
peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los
compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano.
Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al
ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo: «Señor, apártate de
mí, que soy un hombre pecador». Y es que el estupor se había apoderado de él y
de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo
mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de
Simón. Y Jesús dijo a Simón: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres».
Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.