Nos preparamos para la oración y la Palabra
de Dios nos ilumina: “Él murió por nosotros para que despiertos o dormidos
vivamos con él. Por eso animaos mutuamente y ayudaos unos a otros a crecer”.
Este texto de Pablo de la 1ª lectura nos sirve de oración preparatoria:
- Que cada minuto del día pueda alabarte, en cualquier circunstancia, porque siempre el Espíritu Santo actúa en nosotros y nos transforma
- Que la caridad y el amor, la entrega y la ayuda mutua oriente este día.
Nos centramos en el Evangelio:
El evangelio nos pone hoy delante de
Jesús en su misión de enseñar y curar, todo ello a través de su Palabra. El
evangelio nos presenta a Jesús, Palabra definitiva de Dios, Palabra que enseña,
Palabra que cura, Palabra que actúa con poder y fuerza.
Nos presenta a la gente asombrada por
esta palabra: “asombrados de su doctrina porque hablaba con autoridad”
Nos presenta a los demonios
enfrentándose a esta palabra: “Has venido a acabar con nosotros”
Nos presenta al pueblo tras la curación
sorprendido: “¿Que tiene su palabra?”
Y una palabra de Jesús centra todo el
pasaje: “Cierra la boca y sal”. Y el efecto que produce: “el demonio salió sin
hacerle daño”.
Oramos con el Evangelio:
A veces en la oración basta con ordenar
el evangelio, ver lo que pasa, profundizar en cada personaje, cada palabra y
cada acción para que ya pueda brotar con sencillez la oración. Esto es lo que
hemos hecho hasta ahora en este comentario. Ahora te toca a ti ponerle vida,
ponerle experiencia, acercarlo a tu vida.
Solo te ofrezco unas pistas… pero es el
momento de tu oración personal.
¿A quién admiras o que palabra sigues en
tu vida y le prestas tu admiración, tu asentimiento? ¿Es a la Palabra de Dios o
a otra palabra? Quizás nos entretengamos en noticias, personajes de actualidad,
de la moda, del deporte y… nos atraigan más que la Palabra de Dios. Quizás
analicemos la actualidad, de la iglesia o del mundo desde criterios ajenos al
evangelio, y esto nos lleve a no ver a Dios en ello. Podríamos pensarlo en la
oración de hoy, y ser claros con nosotros mismos.
¿Es fuerte la Palabra de Dios en ti? ¿Te
libra del mal porque le dejas actuar? El Señor también tiene una palabra para
ti que quiere pronunciar con fuerza para curarte. “Cierra y sal” dice Jesús al
demonio. Aplícalo a tu vida. Que hay que cerrar y que hay que abrir. Que debe
salir de ti.
Acaba alabando al Señor por sus obrar,
por su fuerza, por su amor y dile al Señor ¿Qué tiene tu Palabra? Dilo a tu
manera, construye tu oración personal de alabanza y dile al Señor… ¿qué tiene
tu palabra…?
Y escucha… tiene amor, misericordia,
comprensión. Tiene vida para ti. Tiene verdad para tus dudas, tiene luz para tu
oscuridad, tiene fuerza para tus debilidades, tiene claridad para tus dudas.
Puedes acabar diciendo: Señor solo tú
tienes Palabras de vida eterna.