La soberbia de Ciro y la mía.
El principio de la lectura de hoy, del
libro de Esdras 1,1-6, es asombroso: "Así habla Ciro, rey de Persia: El
Señor, el Dios del cielo, ha puesto en mis manos todos los reinos de la
tierra…” Ahora nos leemos un texto de la que realmente es reina del cielo y de
la tierra. La que sabe que todas las naciones la llamarán bienaventurada.
“Engrandece mi alma al Señor y se regocija mi espíritu en Dios, mi salvador,
porque miró la bajeza de su esclava e hizo en mí grandes cosas el que es
poderoso”. ¿A que contrasta?
Me detendré en algunas consideraciones
al respecto. Cuando Ciro habla así, me le imagino sentado en un trono alto, con
corona de oro puro, vestido de colores llamativos y pensando que es el mejor,
el que tiene el poder y la razón de la fuerza. Miramos ahora a nuestro entorno
laboral ¿son así nuestros jefes? Ahora miramos al penúltimo del escalafón que
tiene debajo de él a un par de peones y les dice: El Ingeniero D. José, jefe de
esta empresa, ha puesto en mis manos… Y te ríes. Yo también hago algunas
de estas cosas. Fácilmente las hacemos todos y en especial los varones, en
nuestro entorno familiar.
En los ejercicios espirituales, en la
famosa meditación de dos banderas, San Ignacio nos presenta las instrucciones
que da el demonio Jefe a sus subordinados: Primero hay que llevarlos al deseo
(aunque sean pobres miserables) de riquezas. Después a vano honor del mundo
(ser el mejor que mis vecinos en algo o en todas las cosas) para caer en
crecida soberbia, y de este último escalón, llevarlos a todos los otros vicios.
Al final te copio el trocito de esta
meditación que algún día escribí, no me acuerdo si para mí mismo o para algún
grupo de universitarios.
San Ignacio pone como uno de los
recursos, acercarse a la Madre y pedirla socorro.
Seguimos mirando a Ciro: “El Señor, el
Dios del cielo, ha puesto en mis manos todos los reinos de la tierra…” Pura
mentira. Cerquita estaban los egipcios, eternos enemigos de los medos y los
persas, con un poderío parecido. Un poco más allá los indios, los griegos, los…
Pocos años después se fue a luchar contra la pequeña tribu de los masagetas que
al mando de su reina Tomiris, le vencieron y le mataron.
Miremos ahora a la “esclava del Señor”.
Eso lo dice tras hacer un largo camino para ir a hacer un favor, que ni
siquiera se lo habían pedido de forma expresa. Un favor de prestación personal.
Va a ayudar a otra mujer que tiene necesidades. Es pobre, inculta, en medio de
un pueblo pobre.
En el evangelio vemos una alabanza que
le hacen. Dicen a Jesús: Bienaventurado el seno que te llevó y los pechos que
te amamantaron, y Jesús, en vez de certificarlo, da una vuelta a la frase
diciendo: Bienaventurados, más bien, los que oyen la palabra de Dios y la ponen
en práctica. Ya ha fastidiado el honor que la tributaban. (Realmente Ella es la
que mejor oye la Palabra de Dios y la pone en práctica, pero lo del honor, ya
no aparece). En vida, la prefiere humilde (y humillada) que engrandecida.
También esta: “Ahí están tu madre y tus hermanos”… Sí que aparece María cuando
desarrolla el humillante papel de madre de un ajusticiado.
Ya va bien por hoy.
Añado las reflexiones que prometí antes.
CODICIA DE
RIQUEZAS. Para los buenos cristianos, bajo capa de bien: Lo primero es un móvil
bueno, a ser posible con saldo, después es un portátil y un coche “digno”.
Siempre que aparece la palabra digno, hay que echarse a temblar. Tener carrera,
dos mejor que una. Los mormones están dos años de apostolado, dejando sus
estudios, luego vuelven a la vida “normal” y no les pasa nada y al final todos
encuentran su trabajo como si no hubiese pasado nada. Aquí, a ningún jefe de un
grupo de comprometidos se le ocurre pedir a uno de ellos que deje dos años de
estudiar: ¡parte su carrera por la mitad y pierde el tren de la vida!
Ojo que no dice
posesión de riquezas, sino codicia, deseo de ellas. El que no aprueba para
ingresar en… se considera frustrado.
Codicia de tener
un buen material para trabajar y una habitación “digna” con vistas al mar que
se trabaja más relajado. Que no me molesten mientras trabajo ni me encargue
nada mi madre cuando estoy haciendo algo importante y si tengo que ir a por un
kilo de huevos, te molesta muchísimo.
Cuando estás
haciendo un trabajo que te parece importante, por ejemplo, escribir un artículo
y te falta tiempo (seguramente porque a Dios no le parece tan importante), vas
y te acuestas bien tarde y dejas la oración para acabarlo y dejarlo bien
bonito.
Codicia de
afectos, haces cosas para que te quieran o bien; no regañas y no dices “que no”
a otros para no caer mal.
VANO HONOR DEL
MUNDO. No solo desear hacer las cosas bien, sino que todo el mundo te mire y te
admire. Que tu trabajo no solo te sirva para aprobar, sino que sea el mejor de
clase. Que tus lecciones a los alumnos sean las mejores, no solo por el bien de
ellos, sino por lo de la competencia profesional y en definitiva para ser el
mejor.
Conducir el
coche bien deprisa. Dominar bien tu móvil. Que tu casa sea buena. Que tus
vestidos sean buenos y nuevos y bien planchados. Y la tele, mejor que la del
vecino.
El dar una
conferencia es un momento especialmente importante para eso del vano honor del
mundo, o presentar un libro o escribirle.
Tus padres y en
general tus responsables, son los que más molestan porque son los que “te
impiden conseguir estas cosas”. No te permiten comprar lo que necesitas, te
mandan hacer más de lo que puedes y entonces no haces el “trabajo” que te gusta
bien acabado. Te dicen que hagas algo de manera que no te agrada y no es
compatible con que brilles bien…