25 septiembre 2017. Lunes de la XXV semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

La soberbia de Ciro y la mía.
El principio de la lectura de hoy, del libro de Esdras 1,1-6, es asombroso: "Así habla Ciro, rey de Persia: El Señor, el Dios del cielo, ha puesto en mis manos todos los reinos de la tierra…” Ahora nos leemos un texto de la que realmente es reina del cielo y de la tierra. La que sabe que todas las naciones la llamarán bienaventurada. “Engrandece mi alma al Señor y se regocija mi espíritu en Dios, mi salvador, porque miró la bajeza de su esclava e hizo en mí grandes cosas el que es poderoso”. ¿A que contrasta?
Me detendré en algunas consideraciones al respecto. Cuando Ciro habla así, me le imagino sentado en un trono alto, con corona de oro puro, vestido de colores llamativos y pensando que es el mejor, el que tiene el poder y la razón de la fuerza. Miramos ahora a nuestro entorno laboral ¿son así nuestros jefes? Ahora miramos al penúltimo del escalafón que tiene debajo de él a un par de peones y les dice: El Ingeniero D. José, jefe de esta empresa, ha puesto en mis manos…  Y te ríes. Yo también hago algunas de estas cosas. Fácilmente las hacemos todos y en especial los varones, en nuestro entorno familiar.
En los ejercicios espirituales, en la famosa meditación de dos banderas, San Ignacio nos presenta las instrucciones que da el demonio Jefe a sus subordinados: Primero hay que llevarlos al deseo (aunque sean pobres miserables) de riquezas. Después a vano honor del mundo (ser el mejor que mis vecinos en algo o en todas las cosas) para caer en crecida soberbia, y de este último escalón, llevarlos a todos los otros vicios.
Al final te copio el trocito de esta meditación que algún día escribí, no me acuerdo si para mí mismo o para algún grupo de universitarios.
San Ignacio pone como uno de los recursos, acercarse a la Madre y pedirla socorro.
Seguimos mirando a Ciro: “El Señor, el Dios del cielo, ha puesto en mis manos todos los reinos de la tierra…” Pura mentira. Cerquita estaban los egipcios, eternos enemigos de los medos y los persas, con un poderío parecido. Un poco más allá los indios, los griegos, los… Pocos años después se fue a luchar contra la pequeña tribu de los masagetas que al mando de su reina Tomiris, le vencieron y le mataron.
Miremos ahora a la “esclava del Señor”. Eso lo dice tras hacer un largo camino para ir a hacer un favor, que ni siquiera se lo habían pedido de forma expresa. Un favor de prestación personal. Va a ayudar a otra mujer que tiene necesidades. Es pobre, inculta, en medio de un pueblo pobre.
En el evangelio vemos una alabanza que le hacen. Dicen a Jesús: Bienaventurado el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron, y Jesús, en vez de certificarlo, da una vuelta a la frase diciendo: Bienaventurados, más bien, los que oyen la palabra de Dios y la ponen en práctica. Ya ha fastidiado el honor que la tributaban. (Realmente Ella es la que mejor oye la Palabra de Dios y la pone en práctica, pero lo del honor, ya no aparece). En vida, la prefiere humilde (y humillada) que engrandecida. También esta: “Ahí están tu madre y tus hermanos”… Sí que aparece María cuando desarrolla el humillante papel de madre de un ajusticiado.
Ya va bien por hoy.
Añado las reflexiones que prometí antes.
CODICIA DE RIQUEZAS. Para los buenos cristianos, bajo capa de bien: Lo primero es un móvil bueno, a ser posible con saldo, después es un portátil y un coche “digno”. Siempre que aparece la palabra digno, hay que echarse a temblar. Tener carrera, dos mejor que una. Los mormones están dos años de apostolado, dejando sus estudios, luego vuelven a la vida “normal” y no les pasa nada y al final todos encuentran su trabajo como si no hubiese pasado nada. Aquí, a ningún jefe de un grupo de comprometidos se le ocurre pedir a uno de ellos que deje dos años de estudiar: ¡parte su carrera por la mitad y pierde el tren de la vida!
Ojo que no dice posesión de riquezas, sino codicia, deseo de ellas. El que no aprueba para ingresar en… se considera frustrado.
Codicia de tener un buen material para trabajar y una habitación “digna” con vistas al mar que se trabaja más relajado. Que no me molesten mientras trabajo ni me encargue nada mi madre cuando estoy haciendo algo importante y si tengo que ir a por un kilo de huevos, te molesta muchísimo.
Cuando estás haciendo un trabajo que te parece importante, por ejemplo, escribir un artículo y te falta tiempo (seguramente porque a Dios no le parece tan importante), vas y te acuestas bien tarde y dejas la oración para acabarlo y dejarlo bien bonito.
Codicia de afectos, haces cosas para que te quieran o bien; no regañas y no dices “que no” a otros para no caer mal.
VANO HONOR DEL MUNDO. No solo desear hacer las cosas bien, sino que todo el mundo te mire y te admire. Que tu trabajo no solo te sirva para aprobar, sino que sea el mejor de clase. Que tus lecciones a los alumnos sean las mejores, no solo por el bien de ellos, sino por lo de la competencia profesional y en definitiva para ser el mejor.
Conducir el coche bien deprisa. Dominar bien tu móvil. Que tu casa sea buena. Que tus vestidos sean buenos y nuevos y bien planchados. Y la tele, mejor que la del vecino.
El dar una conferencia es un momento especialmente importante para eso del vano honor del mundo, o presentar un libro o escribirle.

Tus padres y en general tus responsables, son los que más molestan porque son los que “te impiden conseguir estas cosas”. No te permiten comprar lo que necesitas, te mandan hacer más de lo que puedes y entonces no haces el “trabajo” que te gusta bien acabado. Te dicen que hagas algo de manera que no te agrada y no es compatible con que brilles bien…

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