27 septiembre 2017. Miércoles de la XXV semana del T. O. – San Vicente de Paúl – Puntos de oración

En este día que  conmemoramos  a San Vicente de Paúl, que nace en un pueblo de Gascuña cerca de Dax por donde regresamos este verano de la Travesía-Peregrinación a Lourdes  los universitarios, gracia extraordinaria para todos los asistentes, con la que la Virgen nos ha marcado de forma especial en esos días cruzando los Pirineos con sus praderas y ganados, sus picachos y glaciares, en familia; con esos ratos de silencio contemplado majestuosas crestas vigilantes sobre glaciares que se iban desplomando dando sus aguas a los lagos y  entre bosques de hayas caminando hacia la Gruta, donde Santa María nos esperaba para entregarle  el corazón y que hiciera con él otro Jesús como en la Cruz:  lo primero que hicimos al llegar, directos a la Gruta. No era para menos, agradecer lo bien que había ido todo. Nos hacía crecer en la entrega como militantes.
Aspiraba a cargos y beneficios este santo, pero la vida le lleva por otros derroteros hasta ser cautivo por piratas de la Berbería que se dedican a la captura y venta de esclavos, empieza su cambio de forma de pensar. Va ser cuando le llamen para confesar a un moribundo, se dé cuenta de la falta de atención de las gentes de los pueblos y pasarán los años con dificultades, hasta que se convierta y fundará la Congregación de la Misión y las Hijas de la Caridad, porque el Señor quiere que “los hombres  se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. Cosa que descubre con la oración y la entrega incondicional a la voluntad del Señor.
Nos llama a la misión, nuestra oración mañana debe ser misionera, nuestra vida es misión, que Dios nos llama, que no le escuchamos porque no  hacemos silencio. En el silencio, cuando estamos desprendidos de todo, quiere enviarnos, y nos llama.  S. Juan Pablo II en la “Redentor Missio”: “El verdadero misionero es el santo”-decía-para ello tres pilares: la oración, la entrega y la misión.
La oración: miremos a la que hace Esdras ante su situación. Tú también tienes una situación, “Dios mío, estoy avergonzado y confundido; no me atrevo a levantar mi rostro hacia ti” Y va  describiendo lo que ocurre con el pueblo. También tú y yo tenemos una situación similar en nuestro trabajo, estudio, en este momento en el que nos encontramos que Él bien conoce, sabe cuál es el remedio  quiere concedértelo para que tú recibiéndolo en tu interior en la oración lo transmitas siendo Jesús para ellos, lo esperan de ti. En la oración  Él está a la puerta y llama, quiere que le abras y también le escuches que te quiere hablar. No ocupes todo  el tiempo, haz silencio: “Háblame, dime qué tengo que hacer”, déjale un espacio.
La entrega: Bendito sea Dios que vive eternamente, dice el salmo y dadle gracias y ensalzadle, aunque también en el salmo nos dice  que “El azota y se complace, hunde en el abismo y saca de él y no hay quien escape de su mano” y más abajo  repite “El nos azota por nuestros delitos pero se complacerá de nuevo” Y aunque esto se refiere al pueblo, también ocurre en cada uno, que caminamos entre tribulaciones y consolaciones, pero el que confía  siempre alaba, bendice y da gracias porque sabe de quien se ha fiado, a quien se ha entregado.
La misión: también la oración tiene que acabar con un envío. Lo tenemos en el Evangelio: “Les envió a proclamar el  reino de Dios y a curar los enfermos” Les recomienda que no lleven botiquín, pues no os preocupéis  de lo que tenéis que llevar ni lo que tenéis que hacer o decir,  pues aquello que en la oración   se nos da  por el Espíritu es lo que  tenemos que transmitir,  pues nada tenemos que no hayamos recibido,  porque nadie da lo que no tiene, y ese tesoro escondido,  que hemos encontrado, es lo más valioso que podemos dar a los demás.

Acabamos con a antífona de entrada de la misa: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres y a curar a los contritos de corazón”. No nos lo acabamos de creer que somos elegidos, ungidos y enviados,  pero es por nuestra falta de fe,  si profundizáramos en nuestra oración, “atalaya donde se ven verdades”, saldríamos ardiendo y enamorados. Se lo pidamos a la Virgen en este mes tan mariano, nos conceda esa merced de ser ardientes y enamorados militantes.

Archivo del blog