Estamos dentro de una “semana grande” de fiestas de la Virgen: 8 de
septiembre, Natividad de la Virgen; 12 de septiembre, fiesta del Dulce nombre
de María; 15 de septiembre, Nuestra Señora de los Dolores. Esta presencia de
nuestra Madre, tan intensa en estos días, nos lleva a renovar nuestros deseos
de vivir esta Campaña de la Visitación imitando a la Virgen en el olvido de
nosotros mismos para llevar la alegría de Cristo a mis ambientes de este nuevo
curso. Los cruzados tenemos costumbre de ofrecer un sacrificio en la cena las
vísperas de las fiestas marianas. ¿Te unes a nosotros?
Ayer han concluido cuatro días de ejercicios espirituales en los que quince
militantes de Santa María han vivido un encuentro renovador con Jesucristo. Nos
ofrecemos para que los frutos de perseverancia sean abundantes.
Nos fijamos en la primera lectura, porque en ella vemos un modelo a imitar:
el de san Pablo, adalid y protector nuestro. Tomamos tres frases de su carta a
los Colosenses que iluminen nuestra día.
-“Me alegro de
sufrir por vosotros: así completo en mi carne los dolores de Cristo, sufriendo
por su cuerpo que es la Iglesia”. Pablo se sabe miembro de un Cuerpo vivo, La
Iglesia, y que en el misterio de la comunión de los santos nos ayudamos unos a
otros con la oración, el ofrecimiento de nuestras cruces. ¿Me atrevo a decir en
primera persona la frase de san Pablo, dando sentido a los sufrimientos que hoy
pueda tener? Recuerdo la invitación de la Virgen de Fátima: ¿Queréis ofreceros
por la conversión de los pecadores...?
-“Que todos
lleguen a la madurez en su vida en Cristo: ésta es mi tarea, en la que lucho
denonadamente con la fuerza poderosa que él me da”. Aspiramos a una santidad
educadora y apostólica y éste es nuestro ideal: que todos lleguen a la madurez
de la vida en Cristo. Pido que hoy pueda hacer algo por los demás, ayudarles a
acercarse a Dios, crecer en la vida cristiana, ser personas más libres... No
estoy solo, pues tengo la “fuerza poderosa que Él me da”. Educar, decía un gran
educador, el P. Manjón, es co-educar con Dios, que es el primer y gran
educador, con quien humildemente colaboramos.
-“Quiero que
tengáis noticia del empeñado combate que sostengo por vosotros y los de
Laodicea, y por todos los que no me conocen personalmente. Busco que tengan
ánimos y estén compactos en el amor mutuo”. El Apóstol Pablo vive en continuo
olvido de sí mismo y sus luchas interiores y por anunciar el evangelio las vive
en la comunión de los santos, en beneficio de toda la Iglesia. Cuando hoy venza
una tentación, supere una dificultad, me levante de un tropiezo... estaré dando
aliento a otro hermano que pasa las mismas dificultades que yo o aún mayores.
Las palabras del salmo 61 me ayudan a concluir mi oración saboreando la
presencia de Dios en mi corazón y encontrando en Él toda mi fuerza para este
día: “Descansa sólo en Dios, alma mía, porque él es mi
esperanza; sólo él es mi roca y mi salvación, mi alcázar: no
vacilaré”