La oración de hoy y de gran parte de
este mes va a ser muy mariana. Si mayo es el mes de la Virgen en la devoción
popular y sobre todo en España, casi podemos decir lo mismo de septiembre por
sus sucesivas fiestas marianas. La primera del mes, el día 6 Guadalupe; hace
cuatro días celebrábamos la natividad –el cumpleaños- de la Virgen y hoy
día 12 su Dulce Nombre. Muy pronto, el 15 Nuestra Sra. la Virgen de los
Dolores y después el 24 la Virgen de la Merced y seguro que en muchos de
nuestros pueblos se celebrarán además otros nombres de nuestra querida madre
María. Si pensamos en esto, se nos llenará el alma de alegría y septiembre que
para muchos, después de la vuelta de vacaciones y el comienzo del nuevo curso
escolar, es un mes “cuesta arriba” se convertirá en un mes precioso, lleno de
ilusiones y esperanzas; “otro mayo” mariano, no menos “florido y
hermoso”.
“Y el nombre de la Virgen era
María”
A todos nos suena fenomenal nuestro
nombre, nos es dulce al oído, por él nos reconocen y somos identificados. Por
algo, las personas con problemas de identidad personal suelen querer cambiarse
de nombre. ¡Cada uno sabe bien lo que siente cuando lo nombran por su nombre!,
que le es -nunca mejor dicho- propio y es lo más propio. En algunas familias es
costumbre celebrar tanto el cumpleaños como el onomástico que además coincide
con el santo del día. Así pues muchas felicidades para todas y todos los
que llevan el dulce nombre de María. El nombre que Dios quiso para su Madre.
"Nombre cargado de divinas dulzuras" (San Alfonso María de Ligorio).
¡O clemens, o pia, o dulcis Virgo María! Por medio de la que así es
llamada, nos han venido todos los bienes.
"He aquí la esclava del Señor;
hágase en mí según tu palabra"
Dios comunica por medio del ángel
Gabriel a María que va a ser la madre de su Hijo. María entra de lleno dentro
del "proyecto" manifestado por Dios desde el principio, después del
primer pecado. Ella de manera especialísima, pero en dicho proyecto, todos
tenemos un puesto. Dios llama a todos y a cada uno y espera una respuesta. No
impone nada, es una llamada de amor a la que debemos responder con libertad y
generosidad. La respuesta de María: "He aquí la esclava del Señor; hágase
en mí según tu palabra", es ejemplar para todos los hombres y
es fuente inagotable de inspiración de aquellos que se entregan a Dios
incondicionalmente. Me pregunto ahora en la oración: ¿Escucho a Dios? ¿Me
siento libre y responsable ante la llamada de Dios en mi vida?
María cree y por eso dice sí. Ahora
puedo reflexionar sobre los sí y los no que doy a Dios. ¿Cómo son mis
respuestas a las llamadas divinas? ¿Hago sitio a Dios? Y no solo me he de fijar
en la palabra dicha, más bien debo fijarme en las acciones, en la
responsabilidad asumida.
Oración final:
“En los peligros, en las
perplejidades, en los casos dudosos, piensa en María, recurre a María, no dejes
que abandone tus labios; no dejes que se aparte de tu corazón” (San Bernardo)
“Que tu nombre, oh María, no puede
pronunciarse sin traer alguna gratia a aquel que lo hace con devoción...
permítenos, oh Señora, que a menudo podamos acordamos de nombrarte con amor y
confianza; ya que esta práctica muestra la posesión de la gracia divina, o bien
es una petición para que la recobremos pronto” (San Buenaventura)
“Por esto nombre se purifica el
corazón, se ilumina la mente, se inflama el alma, se ablanda el pecho, se
endulza el gusto y el afecto se hermosea” (San Bernardino de Siena).