Es domingo, día del Señor,
quizá el día de la semana más privilegiado que tenemos para la oración.
Aprovechemos este momento para hacerla con calma, sin prisas, con el corazón
sereno, sosegado… para contemplar en silencio la figura de Jesús que se nos
ofrece en las lecturas de hoy. Me parece que es de las pocas ocasiones en que
todas las lecturas, incluso la del epistolario de San Pablo, guardan entre sí
un mismo hilo conductor. El centro de todo: el evangelio de San Marcos, que nos
muestra una de sus narraciones más bellas. Se trata del itinerario
completo de una jornada en la vida del Maestro. Es momento de contemplar.
Adentrarse en la escena como si presente me hallase. Jesús
hace eco de lo que nos dice la primera lectura: “El hombre está en la
tierra cumpliendo un servicio, sus días son los de un jornalero”, en
la sencillez de la vida ordinaria, como uno de tantos, Jesús cumple su misión, cuyo
centro está en el servicio. Acompañémosle a casa de Pedro, mirémosle sanar
a los enfermos, contemplémosle haciendo oración. No tengamos prisa en seguir
avanzando. Como en ejercicios, pidamos conocimiento interno del Señor… por la
variedad de escenas podemos, con la imaginación, ponernos en situación y tratar
de adentrarnos en los sentimientos del Señor.
“Porque, siendo libre como soy, me he hecho esclavo de todos
para ganar a los más posibles. Me he hecho débil con los débiles, para ganar a
los débiles; me he hecho todo a todos, para ganar, sea como sea, a algunos” Estas palabras del apóstol de los gentiles calzan
extraordinariamente con la escena de la vida de Jesús que estamos
meditando. ¿Y yo? ¿Qué estoy haciendo por servir a los demás? Es
momento de dejarme interpelar por la vida de servicio del Señor. El
Señor nos enseña el bien inmenso que se puede hacer en un solo día. ¿Cómo
aprovecho yo el día?
Al contemplar estas escenas
de la vida del Señor, recuerdo con gozo la reciente visita del Papa Francisco
al Perú, cuanto bien ha hecho a este país en tan poco tiempo. Haciendo un
paralelismo con el evangelio, el itinerario del Papa no ha sido muy
distinto al del Señor. Cuanta gente se habrá sentido sanada al verle, al
escucharle, al tocarle. Aprovechemos y pidamos también por él, para que siga
llevando al mundo ese mensaje de gozosa esperanza.