24 septiembre 2018. Lunes de la XXV semana del T. Ordinario – Nª Sª de la Merced – Puntos de oración


Hoy, fiesta de Nuestra Señora de la Merced, quizá nos baste con contemplar a la Madre Liberadora, la que rompe las cadenas, las de fuera, las de dentro. En versión Papa Francisco “María Desatanudos”, tenemos tantos…
En la Edad Media, hace 800 años, ante los miles de cristianos cautivos, el Espíritu Santo inspiró una nueva orden a San Pedro Nolasco, los mercedarios, para redimir cautivos.
En el 2009, los obispos de América, en Aparecida, nos invitan a contemplar a Jesucristo, rostro humano de Dios y el rostro divino del hombre” pero en “los rostros sufrientes de Cristo”. Son tantos; los cristianos perseguidos en Oriente Medio; los que quieren ser coherentes en el mundo de la vida familiar, social, política…
Hoy te invito a fijarte en los jóvenes, los que como ríos acuden a centros de estudio, van a espectáculos deportivos, culturales, musicales… ¡Cuántos parecen decirnos: ayúdame a ser libre, a no ser esclavo…
Leamos la Palabra de Dios:
1. Proverbios (3,27-34): Hijo mío, no niegues un favor a quien lo necesita, si está en tu mano hacérselo. Si tienes, no digas al prójimo: «Anda, vete; mañana te lo daré.»
Más claro, el agua. Haz bien y no mires a quién. No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy: Hoy estarás conmigo en el Paraíso; danos hoy el pan de cada día
2. Salmo Sal 14,2-3ab.3cd-4ab.5. El justo habitará en tu monte santo, Señor.
El honrado, leal, puro, sencillo, generoso…
3. Evangelio Lucas (8,16-18): «Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; lo pone en el candelero para que los que entran tengan luz”
Aquí está nuestra misión: arder para dar luz y encender para que todos tengan la luz. Si no –como dicen muy vivamente en el Perú- estás por las puras, como si nada. Un millón de velas apagadas son incapaces de prender una vela más; pero una sola vela puede encender un millón.
¡Dios te salve, reina y madre de misericordia!, vida, dulzura, esperanza mía, rompe todas las cadenas que me atan y ponme con tu Hijo, el Redentor.

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