Silencio. Se rueda.
Hoy Dios quiere volver a hablarte al
corazón, así que la actitud fundamental es la escucha. Haz silencio, deja las tareas
del día aparcadas un rato, serénate y trata de descubrir qué te dice la palabra
de Dios que acabas de leer.
Por si te ayuda, te doy un par de
pistas:
El evangelio de hoy puede parecer algo
enigmático, pero podemos deducir que Dios se hace presente a nosotros de muchas
formas y que tenemos que aprender a mirar adecuadamente para descubrirle de
formas muy variadas, porque él no se aleja de nosotros.
Del salmo debe nacer en nosotros el
agradecimiento al sentirnos “pueblo escogido por el Señor” y la alegría por
estar en su presencia en este momento, con deseos de cantar (al menos
interiormente, pero si estás solo ¡aprovecha!)
De la carta de san Pablo, que daría para
mucho, podemos preguntarnos si nuestro amor es paciente, si nos lleva a creer,
a esperar, a disculpar siempre. Si es ese camino excepcional del que nos habla
el texto y ver qué aspectos debemos mejorar, pidiéndole gracia a Dios para
hacerlo.
Termina dando gracias en tu corazón, por el don del momento de oración que acabas de vivir.