“Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso”, son las palabras que san Lucas nos dice en su evangelio como conclusión y resumen de las exigencias del Reino de Dios. El evangelio de hoy es una muestra mas de esta exigencia enseñada por Jesús. Jesús es como el Padre, misericordioso.
El hombre es
justificado por su fe. La mujer busca a Jesús para alcanzar la paz de su alma y
Jesús en un encuentro sin palabras responde a sus expectativas. Nosotros
también acudimos a Jesús para escuchar esas palabras que Él tantas veces
pronunció: “tus pecados están perdonados…vete en paz”. Nuestra fe, que
repetimos en el credo nos hace admitir “creo en el perdón de los pecados”.
La primera lectura de hoy nos presenta el núcleo del credo: “Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras”. El credo es una oración fundamental que pone ante nosotros la historia de la salvación, la misericordia de Dios para con nosotros. A través de los pasajes del Evangelio entramos a esa historia haciéndonos protagonistas de ella por la gracia de Dios, la gracia de Dios en nosotros puede hacer presente la misericordia de Dios. Misericordiados misericordiosos.
