22 septiembre 2020, martes de la XXV semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Hoy nuestra oración es muy fácil -siempre debe sérnoslo- pero mañana más. El pasaje del Evangelio es tan corto y tiene una gran riqueza; ¡lo hemos meditado y contemplado tantas veces! (Se puede hacer una contemplación de la mirada a su madre y hermanos que no lograban llegar hasta Él, lo que le dicen, cómo se lo dicen: “Quieren verte” … También yo me incluyo entre ellos, y quiero verlos y ver a Jesús). “Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte”.

Ante esta presentación, Jesús dirige su mirada a su Madre y sus hermanos, ¡Qué mirada más expresiva, de las que tienen un contenido que no hay palabras para describirla!

Y responde mirándolos a TODOS diciendo: “Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen”.

Estas mismas palabras oiremos al final de los tiempos: “¿Quiénes son y de dónde vienen? Son los que vienen de la gran tribulación…  lo que escuchan tu palabra y la cumplen”.

¡Basta! No necesito seguir leyendo. Con esta perícopa del Evangelio, narración tan sencilla y tan entrañable, tengo más que suficiente para la oración de hoy; puede ser el programa de una vida de conversión continua: escuchar su Palabra y cumplirla, aquí está la clave de la santidad, que se descubre cuando se hace vida su Palabra a través de la oración, que cada vez debe ser gozo de alma, termómetro de mi vida espiritual.

No olvidar que estamos en el mes con más fiestas de la Virgen. La hemos visto nacer para Dios, nos ha invitado a nosotros a hacer lo mismo el día 8; hemos celebrado su nombre, onomástica el 12. Pasando por la Exaltación de la Cruz el 14, llegamos al 15 que es la Virgen del “Stabat”; al estar junto a cruz cuántas gracias se reciben si se pone uno al ladito de ella y contempla a su Hijo escuchando el testamento que nos deja: a su madre; dirigiéndose a Juan, la toma como algo propio, algo que se lleva a su casa, y la hace suya. La tradición dice así, hasta su muerte y dormición o asunción.

Pero, es más, el 24 celebraremos la Virgen de la Merced, la de las cadenas, que redime penas y salva cautivos, la que nos concede cuanto le pidamos, pues es reina de Rey tan poderoso que de Él consigue cuanto le pide, si es para nuestro bien y conviene.

Santa María, aquí estoy: tuyo soy.

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