Hoy nuestra oración es muy fácil -siempre debe sérnoslo- pero mañana más. El pasaje del Evangelio es tan corto y tiene una gran riqueza; ¡lo hemos meditado y contemplado tantas veces! (Se puede hacer una contemplación de la mirada a su madre y hermanos que no lograban llegar hasta Él, lo que le dicen, cómo se lo dicen: “Quieren verte” … También yo me incluyo entre ellos, y quiero verlos y ver a Jesús). “Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte”.
Ante esta presentación, Jesús dirige su
mirada a su Madre y sus hermanos, ¡Qué mirada más expresiva, de las que tienen
un contenido que no hay palabras para describirla!
Y responde mirándolos a TODOS diciendo:
“Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la
cumplen”.
Estas mismas palabras oiremos al final
de los tiempos: “¿Quiénes son y de dónde vienen? Son los que vienen de la gran
tribulación… lo que escuchan tu palabra y la cumplen”.
¡Basta! No necesito seguir leyendo. Con
esta perícopa del Evangelio, narración tan sencilla y tan entrañable, tengo más
que suficiente para la oración de hoy; puede ser el programa de una vida de
conversión continua: escuchar su Palabra y cumplirla, aquí está la clave de la
santidad, que se descubre cuando se hace vida su Palabra a través de la
oración, que cada vez debe ser gozo de alma, termómetro de mi vida espiritual.
No olvidar que estamos en el mes con más
fiestas de la Virgen. La hemos visto nacer para Dios, nos ha invitado a
nosotros a hacer lo mismo el día 8; hemos celebrado su nombre, onomástica el
12. Pasando por la Exaltación de la Cruz el 14, llegamos al 15 que es la Virgen
del “Stabat”; al estar junto a cruz cuántas gracias se reciben si se pone uno
al ladito de ella y contempla a su Hijo escuchando el testamento que nos deja:
a su madre; dirigiéndose a Juan, la toma como algo propio, algo que se lleva a
su casa, y la hace suya. La tradición dice así, hasta su muerte y dormición o
asunción.
Pero, es más, el 24 celebraremos la
Virgen de la Merced, la de las cadenas, que redime penas y salva cautivos, la
que nos concede cuanto le pidamos, pues es reina de Rey tan poderoso que de Él
consigue cuanto le pide, si es para nuestro bien y conviene.
Santa María, aquí estoy: tuyo soy.