A veces pensamos que el tiempo diario, dedicado a la oración personal, como alimento espiritual, es tiempo perdido. Habrá que preguntarse las causas: ¿dedico el tiempo necesario para preparar la oración? ¿Me esfuerzo al comenzarla por estar y continuar en la presencia de Dios?
A veces
concluimos con este razonamiento casi infantil. El Señor no me escucha y además
no me habla. Le siento muy lejano. Pues este rato de oración es para abrir
nuestros oídos y escucharle leyendo la Palabra de Dios en los textos diarios de
la celebración eucarística.
Estos son los
de hoy:
- Del libro de los Proverbios, en boca del profeta: “Dos cosas te he pedido, no me las niegues antes de morir: aleja de mi falsedad y mentira; no me des riqueza ni pobreza, concédeme mi ración de pan…
- De nuevo por medio del profeta en el Salmo 118, pide para él y para nosotros: “Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi camino” …
- Y hoy en el evangelio de san Lucas: “No llevéis nada para el camino…se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes…”
Y, a mí, ¿qué me quiere decir?...
Que María nos ayude a vivir una vida sencilla y desprendida. Todos los bienes que recibo, que son muchos, son para compartirlos con los demás, entonces el Reino de Dios se hace presente.
