2 septiembre 2020, miércoles de la XXII semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

De nuevo nos ponemos en la Presencia de Dios, y pedimos las disposiciones necesarias para hacer este rato de oración…

El evangelio que hoy nos presenta la Iglesia, nos lleva en nuestra oración a dos contextos diferentes: En primer lugar, las curaciones de Jesús, y en segundo lugar la oración del Maestro…

Estas dos realidades tienen su propio atractivo, y su propio mensaje… Vamos a situarnos paulatinamente en cada una de ellas. 

Las curaciones que Jesús hará se sucederán unas a otras, conforme llega la noticia de su presencia en la casa de Simón… Primero será la suegra de Simón…, a la cual Cristo levanta de su postración por enfermedad, y ella se pone a servirles de inmediato…  Pero al ponerse el sol, los enfermos se multiplican a la puerta de la casa, y El lleno de compasión y misericordia, imponiendo sus manos, los iba curando a todos, incluso a los endemoniados, de los cuales salían los demonios proclamando la Divinidad de Cristo: “Tu eres el hijo de Dios…”

Y tras unas breves horas de descanso nocturno, el Señor, dejando a sus discípulos dormidos..., sale de la casa y se va a un lugar desierto para orar…

Así comenzaba el Señor sus jornadas, en oración y junto al Padre… ¿Qué nos dice esto a nosotros, y que aplicación podría tener para nuestra vida cristiana…? Comienzo por preguntarme si la oración es para ti y para mí, una necesidad perentoria, o por el contrario es una realidad esporádica… Orar para nuestro espíritu tendría que tener tanta importancia, como el comer para nuestro cuerpo… ¿Realmente es así…? y si no es así, como podría serlo…

Comemos no solo por necesidad, sino también por tenemos hambre y apetito…, es decir comer no es una penitencia, sino también un placer y una alegría… ¡Oh si la oración fuera para nosotros un placer y una alegría, estoy seguro de que no la dejaríamos nunca de hacer…! Pero esto es una Gracia a alcanzar con nuestra súplica y perseverancia…

Sigue diciendo el evangelio de este día: “La gente lo andaba buscando y, llegando donde estaba, intentaban retenerlo para que no se separara de ellos…” Cuando se ha descubierto el Bien por esencia..., presencia..., y potencia…, uno no puede separarse de Él, e intenta retenerlo… La oración nos permite retener al Bien, que es Dios, y si avivamos su presencia durante el día, nada nos podrá separar de El…

Vamos a pedir esta gracia a lo largo de esta jornada, la gracia de mantener la presencia de Dios en nuestras vidas, estemos donde estemos y hagamos lo que hagamos, para no que Dios lo sea todo, en todo, y siempre… Que así sea…

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