Estamos retomando el ritmo normal de la vida después de las vacaciones y nos viene bien repasar las líneas principales de nuestro comportamiento y actitud ante la vida. Siempre tenemos que actualizar esos pilares básicos de nuestra forma de vivir en cristiano. En la carta a los corintios vemos a san Pablo dando consejos y estableciendo normas de funcionamiento para esos primeros tiempos de cristianismo. Como no han perdido su valor será bonito rezar con ellas hoy, o hacer el balance del día con alguna de esas indicaciones.
El primer
párrafo del evangelio de hoy y el último de la carta a los corintios van sobre
lo mismo. Jesús dice “Dichosos los pobres…”, y san Pablo concreta cómo puede
ser esto “…los que compran (que vivan) como si no poseyeran…” Si vivimos como
propone san Pablo, seremos dichosos según lo que avanzó Jesús. ¿Cómo es nuestra
relación con las cosas?
Otro ejemplo:
Estamos en época de lloros por una pandemia que parece que no termina…, pues se
nos recuerda que hay que llorar como si no lloráramos. Es decir, lloramos
humanamente, pero confiados totalmente en Dios que acoge esas lágrimas, porque
así seremos dichosos y como consecuencia reiremos. Son juegos de palabras, pero
se entienden. ¿Cómo lloramos?
Y otro asunto
para repasar: ¿Cómo nos va la vida?... Porque si todo nos va bien
materialmente, y todo el mundo habla bien de nosotros, y solo reímos, y estamos
saciados de todo… ¡Ay de nosotros! Pero claro, es difícil de establecer qué es
vivir bien, estar saciado de todo, etc. La forma correcta, según parece, es que
puedo sentir que todo me va bien o estoy saciado porque no necesito casi nada;
que río muy a menudo porque todo lo veo desde Dios, incluso el llanto; que
hablan bien de mí porque hago bien las cosas que me tocan y la gente está
contenta conmigo, aunque cuando hablo de Dios algunos me discriminan y se ríen
de mí.
Establezcamos bien, a principio de curso, nuestras pautas de funcionamiento, y pidamos al Señor luz y fuerza para estar en el “dichosos” y no en el “ay”.