7 septiembre 2020, lunes de la XXIII semana del Tiempo Ordinario – Puntos de oración

 Nos preparamos haciendo silencio exterior, recogidos en un lugar tranquilo que nos permita concentrarnos, y sobre todo silencio interior, el más difícil: control de la imaginación poniendo el foco de atención en la Persona de Jesús, contemplándole. Y así purificando la intención, con el solo interés de agradar al Señor, empecemos ofreciéndole este ratito de oración, los afanes del día y el curso que acaba de empezar.

La primera lectura narra un hecho sucedido en la comunidad de corinto que incomodó muchísimo a San Pablo. Fue el caso de un cristiano que convivía con su madrastra, una inmoralidad que ni siquiera toleraban los paganos y que la comunidad cristiana de corinto miraba para otro lado, dejándolo pasar. San Pablo, con la autoridad de Apóstol de Cristo, pide a la Comunidad que reunidos en nombre de nuestro Señor Jesús, y yo presente en espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesús, entregar al que ha hecho eso en manos del diablo; humanamente quedará destrozado, pero así la persona se salvará en el día del Señor. Pide dejar de lado el orgullo y actuar con prudencia para que la levadura vieja del mal moral no corrompa la masa nueva que es la Iglesia. Una lección para los cristianos de todos los tiempos. Es necesario actuar con prudencia, claridad y caridad; sin dejar pasar las cosas o mirar para otro lado. El tiempo por sí solo no arregla nada, es necesario recurrir a la acción guiada y animada por el Espíritu Santo. Reflexionando sobre todo esto podemos sacar un magnífico propósito para este curso, para cada uno y para nuestras comunidades: restaurar todas las cosas en Cristo (Ef 1,10). En Cristo y con Cristo somos los panes ázimos de la sinceridad y la verdad que necesita el mundo. Contemplándole a Él, todo encaja, todo se transforma.

Y esta misma falta de verdad y sinceridad en el pensar y en el actuar, tanto como personas o grupo es la que Jesús echa en cara a los fariseos y escribas de su tiempo. Ellos, apegados a la letra de la ley y a la imagen de justos que se habían formado como grupo religioso, pasaban por alto la justicia y el derecho. En concreto, las necesidades reales de las personas, especialmente de los pobres y de los más débiles. Por ello, Jesús, en medio de la sinagoga, a la vista de todos, atendió la necesidad de un hombre paralítico, curándolo a pesar de la prohibición de trabajar en sábado. La reacción inmediata de los fariseos y escribas fue de enorme ira y con ese sentimiento a flor de piel, con los rostros desencajados y a gritos, “pensaban” qué tenían que hacer con Jesús: ellos se pusieron furiosos y discutían qué había que hacer con Jesús.

Pidamos a Jesús para nosotros y para nuestros grupos la gracia de andar siempre en verdad y sinceridad. La gracia de ser verdaderos discípulos suyos: con el afecto, pensamiento y comportamiento semejante al suyo. De atender las necesidades concretas de todos los que nos rodean, con generosidad y según nuestras posibilidades.

Oración final: Señor, haz en nosotros y a través de nosotros la transformación que deseas realizar. Santa María, sé nuestro refugio. Ayúdanos a ser la levadura nueva que el mundo necesita. Feliz oración.

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