30 septiembre 2020. Miércoles de la XXVI semana del T. Ordinario – San Jerónimo – Puntos de oración

En el Evangelio de hoy no es Jesús el que invita a que le sigan. Son algunos de los que están con él los que parece que se quieren comprometer a seguir a Jesús, a estar siempre con él. Da la impresión de que se habían encontrado con él, que le habían acompañado unos días. Y que de esa experiencia había brotado el deseo de quedarse en la compañía de Jesús.

Pero no saben dónde se han metido. Jesús les pide una entrega y una radicalidad total. Hay que dejarlo todo y encontrarse con nada. Si el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza tampoco los que están con él. Jesús va camino de Jerusalén y allí las expectativas no son buenas. Esos nubarrones terribles también están sobre la cabeza de los que acompañan a Jesús.

Hoy sucede algo parecido. Seguir a Jesús es comprometerse aceptar la cruz, la miseria, es pedir a Dios que habite nuestra casa (nuestro mundo interior, toda nuestra vida). Pues hay dos opciones: coger la cruz y seguirle o bien, coger la cruz y marchar a otro lado. Pero nos guste o no la cruz siempre la cargaremos. Y yo he ido descubriendo que elijo la primera; ya que tengo que llevarla, pues mira mejor acompañado. 

Que nuestra debilidad nos acerque a Dios. Te cuento mi oración de estos días: me descubro viviendo una espiritualidad negativa en la que busco la perfección para después ir hacia Dios (controlar mi sexualidad, mi orgullo, mi pereza, mi falta de caridad, mi inseguridad) y esta no hace más que llevarme a pensar sobre mí mismo, más que en Dios. Pero estoy descubriendo otra forma de vivir la fe, aquella en la que con todo lo que soy (lo bueno y lo malo), busco que Dios habite mi vida y ame todo mi ser. Y poco a poco con él, ir solucionando lo demás. Pero siendo habitado en Tu presencia y no al revés. Somos los dos, y no yo solo quien lucha y quien luego (si eso) pide perdón. Entonces, ya no me miro a mí; sino que te busco a Ti siempre. ¡Es un lujazo así! 

Me está cambiando radicalmente mi forma de vivir la fe. Es una pasada. ¡Dale una vuelta u ojalá recibas también tú la luz de ir viviendo así nuestra fe!

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