13 marzo 2021, sábado de la 3ª semana de Cuaresma. Puntos de oración

Tres voces desgarradas se elevan hoy al Señor desde las lecturas de la misa. La voz del profeta Oseas: “Él nos ha desgarrado y él nos curará; él nos ha golpeado, y él nos vendará”. David después de pecar con la mujer de Urías: “Misericordia, Dios mío, por tu bondad”. Y el publicano en el Evangelio: “¡Oh, Dios!, ten compasión de este pecador”. Estas tres voces gritan al Señor que tenga misericordia de su pecado. Se sienten frágiles ante la grandeza de Dios que observa su pequeñez y miseria y que puede aplastar al hombre con un simple soplo. También nosotros tenemos ocasiones innumerables para sentirnos como el pueblo de Israel, como David, como el publicano. Todos los días, quizá a cada momento.

Hoy en Señor, en esta oración nos pone la palabra adecuada ante esta situación: “Volvamos al Señor”, “procuremos conocer al Señor”, “por tu inmensa compasión, borra mi culpa”, “¡Oh, Dios!, ten compasión de este pecador”. Él suavemente nos enseña a orarle, también desde nuestro pecado. No te engrías en tu pecado, “no endurezcas tu corazón”, ni intentes ocultarlo como el fariseo con bonitas palabras. Seguro que el Señor ya hace en nosotros muchas maravillas como proclama en fariseo. Pero más había hecho en la vida del rey David. El rey David se da cuenta de que todas esas maravillas no son méritos nuestros sino obra de Dios. Nuestro amor es “como nube mañanera, como el rocío que al alba desaparece”. Por eso debemos volvernos hacia Él sin orgullecernos del bien que hay en nuestra vida.

Porque solo de esa manera “volveremos a la vida”, “viviremos en su presencia”, “nos curará” y “nos vendará”. Solo así “vendrá como la lluvia que empapa la tierra”. Si el Señor nos golpea, nos hiere y nos castiga es para tenernos más cerca. Para que nos parezcamos al publicano, que humillándose posibilitó que Dios, en las palabras de Cristo, lo enalteciera. ¡Quién fuera ese publicano que no necesitó del golpe de Dios y le bastón golpearse en el pecho para abrirse al Señor! Nuestra Madre fue así, pequeña, mirada en su humildad por el Padre todo bondadoso. “Vamos, volvamos al Señor”.

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