El evangelio de este día nos cuestiona severamente a
todos, no solo a los posibles maestros de la Fe, sino a todo bautizado, pues
todo bautizado es un testigo y un testimonio de vida...
¿Qué hacían los escribas y fariseos…? Recordémoslo en
nuestra oración, pues podemos sacar alguna luz de ello... Enumeremos lo que
Jesucristo les apunta:
“Dicen y no hacen…”
“Lían fardos pesados y se los cargan a la gente en los
hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar…”
Todo lo que hacen es para que los vea la gente:
Alargan las filacterias y agrandan las orlas del manto; Les gustan los primeros
puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; Que les
hagan reverencias en las plazas y que la gente los llame “rabí”.
Todo esto puede ser muy humano, pero poco divino, y si
es humano también nos puede pasar a nosotros, que también somos humanos. Es
decir, podemos caer en la incoherencia..., en la falta de responsabilidad.,. en
la vanidad…, o en la sobreestima…
¿Cómo evitar estos vicios o defectos? Creo que,
poniendo los ojos en Jesucristo, y enamorándonos de su proceder y actitudes…
Nadie como Él tenía la posibilidad de ser honrado, admirado, y estimado…; y
solo paso por el mundo haciendo el bien, y este a manos llenas… Tiene algo Jesucristo
en su actuar que enamora, conquista, e invita a la imitación cercana, y es que
la Bondad de Dios resplandeció en él en toda su plenitud… Que nuestra ilusión,
solo sea ser otros cristos, y que quien nos mire Le vea…
No es fácil luchar contra las tendencias desordenadas
de nuestra propia naturaleza, y por eso necesitamos enamorarnos de Cristo hasta
en sus más pequeños detalles… Cuando uno o una está enamorado, solo tiene ojos
para el amado o la amada, todo se hace pensando en él o en ella, y esto da una fuerza,
un dinamismo único e irrepetible, y es que el amor hace estas maravillas. Por
lo tanto, amemos a Jesucristo, si queremos seguirle de cerca, imitarle, y ser
sus testigos …
Para poder lograr esto, necesitamos contemplar orando
y orar contemplando..., para que cuando salgamos de nuestra oración, podamos
ser otros cristos en miniatura, pero reales…
Dejemos de poner los ojos en los modelos que la
sociedad actual nos presenta, como un acabado perfecto..., pero sin contenido…
Volvamos a actualizar las palabras y actitudes de
Cristo en el Evangelio, y este será eterno, y válido para toda sociedad y
persona…
Y me quedo con las dos últimas frases del evangelio de
hoy pues será muy prudente el recordarlas con frecuencia:
“El primero entre vosotros será vuestro servidor.”
“El que se enaltece será humillado, y el que se
humilla será enaltecido».”
Inmaculada Madre de Dios, alcánzanos la Gracia qué más podemos necesitar, para poder servir como tú lo hiciste, con esa humildad y sencillez, que ha transcendido la historia de la humanidad… Que así sea.