5 marzo 2021, viernes de la 2ª semana de Cuaresma. Puntos de oración

Nos acercamos a la oración probablemente llenos de temores, de esa agitación que el mundo nos transmite. Por otra parte, la experiencia nos ha enseñado, una y otra vez, que el amigo con el que nos vamos a encontrar es Aquel al que los vientos y el mar obedecen.

¡Ahí viene el soñador! ¡Venid, matémosle! (Gn 37, 19-20).

Recordad las maravillas que hizo el Señor. (Salmo 104).

Las lecturas previas van preparando el corazón, que se dispone a considerar el evangelio. En el evangelio, Dios ya no habla por profetas, nos habla directamente.

El evangelio del viñador que arrienda su viña a unos labradores nos está preparando para vivir un acontecimiento fuerte, el más radical y tremendo que un hombre pueda contemplar: la muerte expiatoria de Dios por mí, por nosotros, por nuestros pecados, por nuestra salvaciónA poca disposición receptiva que tengamos, este hecho nos sobrepasa, es algo que no podemos comprender, como mucho vislumbrar y eso si recibimos el don de Dios para hacerlo.

Entremos en esta cuaresma en contemplación, pidamos esa gracia. Una contemplación de un Dios pasivo, el hijo del dueño de la viña (Mt 23, 33-46) que se entrega libremente, ocultando su divinidad, para que su Padre no haga justicia con los labradores a los que arrendó su viña. 

Pidamos la gracia de sentirnos pecadores, envidiemos a Pablo, como pecador convertido puede comprender mejor el misterio al que nos acercamos. Obsesivamente, nos habla de este misterio en sus cartas: Gal 2, 20: «Vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí»; en términos parecidos: Gal 3, 13; Rom 5, 6; Rom 5, 8; Rom 8, 32; Rom 14, 15; 1 Cor 1, 13; 1 Cor 11, 24; 2 Cor 5, 15; 2 Cor 5, 21; 2 Cor 8, 9;  Ef 5, 2; 1 Tim 2, 6; Heb 5, 1; Heb 9, 24. Comprueba las citas, si tienes paciencia. Lo esencial, que Pablo no podía vivir, sin transmitir continuamente aquello que había comprendido: Me amó y se entregó a sí mismo por mí.

Nos quedaría, unirnos a Ignacio al entrar en la pasión y hacer la petición propia de este momento: Demandar lo que quiero; será aquí dolor, sentimiento y confusión, porque por mis pecados va el Señor a la pasión (EE.193).   

Finalmente, no dejar el coloquio con la Madre, [EE 63]. El primer coloquio a nuestra Señora, para que me alcance gracia de su Hijo y Señor para tres cosas: la primera, para que sienta interno conoscimiento de mis peccados y aborrescimiento dellos; la 2ª, para que sienta el dessorden de mis operaciones, para que, aboresciendo, me enmiende y me ordene; la 3ª, pedir conoscimiento del mundo, para que, aboresciendo, aparte de mí las cosas mundanas y vanas; y con esto un Ave María.

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