15 marzo 2021, lunes de la 4ª semana de Cuaresma. Puntos de Oración

Espero que te ayuden estas palabras que te pongo a continuación para llevar a cabo con fruto este rato de oración. Dedícale este tiempo al Señor en la soledad acompañada por Él.

Empezamos nuestra oración invocando al Espíritu Santo: “Ven Espíritu Divino e infunde en nuestros corazones el fuego de tu amor”.

Te invito a que en esta predisposición y con la ayuda del Espíritu Santo, medites con calma la palabra de Dios que hoy nos ofrece la Iglesia.

Muchas veces cuando queremos hacer oración nos cuesta centrarnos. Estos puntos de oración nos pueden ayudar a no dispersar nuestra mente ya que nos enfocan en una idea. La idea que te propongo hoy nace de la antífona del salmo “Te ensalzaré, Señor, porque me has librado”. El Señor nos ha librado de la muerte eterna muriendo por nosotros en el sacrificio de la cruz. Nos ha salvado después de haber cargado con nuestros pecados. Durante estos días de Cuaresma nos estamos preparando para los días de cruz y de gloria, que son la pasión, muerte y resurrección del Señor. El Señor nos ha salvado, ya no hay nada que temer porque él ha sacado nuestra vida del abismo y nos hace revivir. No hay que estar tristes, porque el Señor nos ha librado y eso nos hace felices; por lo tanto no cabe la tristeza ni la desesperanza. Y esto es una realidad. Aunque las situaciones estén siendo duras por la incertidumbre, las dudas o el dolor, Él nos ha levantado y nos sigue levantando. Nos los recuerda la primera lectura: “voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva: de lo pasado no habrá recuerdo ni vendrá pensamiento, sino que habrá gozo y alegría perpetua por lo que voy a crear. Mirad: voy a transformar a Jerusalén en alegría, y a su pueblo en gozo; me alegraré de Jerusalén y me gozaré de mi pueblo, y ya no se oirán en ella gemidos ni llantos…”. Él transforma nuestra alma, crea una nueva tierra en nosotros, reconstruye nuestro corazón: transforma Jerusalén en alegría.

La Cuaresma es un tiempo de preparación, de mirar nuestro interior, nuestro pecado y presentárselo al Señor porque Él lo levantará, lo regenerará, lo limpiará y nos transformará. Y con ello podremos cantar como el salmista: “Te ensalzaré, Señor, porque me has librado”.

Ponemos nuestro corazón en manos de la Virgen María nuestra Madre. Ella se lo presentará a su hijo y Él nos sanará con su amor, y creará en nosotros un cielo nuevo y una tierra nueva.

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