La oración es mirar, desear,
amar. Mirar a Jesús y dejarme mirar por Él, creer que Él me ama y me acepta tal
como soy. Me ama y me quiere para que también ame y quiera en el servicio
incondicional a todos.
En este cuarto domingo de
Cuaresma nos unimos a Jesús en el desierto. Te brindo como ayuda este acróstico
con sus letras
Cuenta a Jesús tus penas.
Une tu voluntad a la de Dios
Ayuda al necesitado
Reza por tu enemigo
Emprende sacrificios sencillos
Sirve dulcemente
María al pie de la Cruz
Ama y haz lo que quieras.
Las lecturas de hoy,
especialmente la primera, nos sitúa en un contexto de abandono, desesperanza,
abatimiento. Lo que había configurado la identidad de Israel: su ser como
pueblo de Dios, su tierra como cumplimiento de la promesa de Dios, el lugar de
encuentro con su Dios, todo parece estar perdido. Sin embargo, Dios nunca
abandona a su pueblo a la desolación y el desaliento.
En medio de la situación que vive
nuestro mundo, el Señor, al igual que el siervo de Yahvé nos da una lengua de
discípulo, para saber dar al abatido una palabra de aliento (Is 50,4). Somos
llamados y enviados a ser tejedores de esperanza con otros, a otear los
horizontes para señalar los caminos, a enarbolar banderas portadoras de sentido
de la vida, abrir cauces de fraternidad que devuelvan al ser humano las luces y
sueños para los que fue creados.
Las palabras de Jesús en el
evangelio son claras y precisas: “De la misma manera que Moisés levantó en alto
la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea
levantado en alto, para que todos los que creen en él tengan Vida eterna”.
Recordando el subir-bajando de nuestro querido Abelardo: nunca se abajó tanto
nuestro Dios como cuando se elevó en el Calvario por nuestro amor.
El Papa Francisco en su
encíclica Fratelli tutti nos invita a un hermoso secreto para
soñar y hacer de nuestra vida una hermosa y gozosa aventura. “Nadie puede leer
la vida aisladamente. Se necesita una comunidad que nos sostenga, que nos ayude
y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia adelante. Solos se corre el
riego de tener espejismos, en los que ves lo que no hay; los sueños se
construyen juntos… ¡Qué bonito sería que a medida que descubrimos nuevos
planetas lejanos, volviéramos a descubrir las necesidades del hermano o de la
hermana de órbita alrededor de mí”
Estamos en el mes de San José, en
su año jubilar; le pedimos que nos haga amigos de Jesús y de María para hacer
de nuestro mundo una familia al estilo del hogar de Nazaret.
En este domingo de laetere, de alegría, hay una expresión de San Pedro Poveda que nos puede ayudar en estos momentos difíciles para cada uno de nosotros y para el mundo entero: “Cuando lo de afuera nos mueve a la tristeza, echemos la mirada hacia dentro, a lo más secreto del alma, y encontraremos la alegría”.