3 marzo 2021, miércoles de la 2ª semana de Cuaresma. Puntos de oración

Sólo podemos pronunciar el nombre del Señor si el Espíritu Santo nos ilumina, así que nos ponemos en presencia de Dios y le pedimos luz al santo espíritu para hacer este rato de oración. Ten la seguridad de que mucho antes de que tú eligieras a Dios, Él ya te había elegido primero; antes de que tú amaras a Dios, Él ya te amó mucho antes.

Hoy, a la luz de las lecturas, te invito a una oración basada en la confianza; basada en la seguridad del amor de Dios: “Sálvame, Señor, por tu misericordia”. Por mucho que te esfuerces, nunca vas a conseguir salvarte por tus medios. Dios siempre te va a pedir tu colaboración, pero siempre va a ser Él el que ponga la mayor parte.

Donde abundó el pecado, sobreabundó el amor. Por eso nunca pierdas la confianza en Dios. Por muchos y grandes que sean tus pecados, confía siempre en el Señor. Él nunca te va a abandonar, nunca te va a dejar de lado. En la primera lectura y en el salmo, parece que Dios se olvida del profeta, pero no es así. Hasta el mismo Jesús llegó a verse abandonado por el Padre en la cruz; pero no era así... Cuando más desesperado estés, nunca dejes de confiar en el amor de Dios: Él nos ha creado para invadirnos con su amor.

Nunca pienses mal de nadie, nunca digas: “ese no se merece el cielo”. No sabes hasta dónde puede llegar el amor que Dios tiene por esa persona. Te garantizo que Dios ama con locura a esa persona y hará todo lo posible por salvarla. De la misma forma Dios hará todo lo posible `por salvarte; tú confía siempre en Dios.

El último punto que te propongo para este rato de oración es fijarte despacio en el texto del Evangelio de hoy.  Jesús se detiene con muchos detalles a contarles a sus discípulos lo que va a pasar por subir a Jerusalén. Ellos reaccionan pidiendo la madre de dos de ellos que en el paraíso se sienten sus hijos a los dos lados del Mesías. Métete en el corazón de Jesús y siente su mismo dolor por tanta incomprensión y junto a Teresa del Niño Jesús ofrécete al Señor como víctima de su misericordia; que Él tenga alguien a quien amar siempre; y tú déjate amar por Dios y siéntelo con todas tus fuerzas.

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