24 marzo 2021, miércoles de la 5ª semana de Cuaresma. Puntos de oración

* Primera lectura: ¡Los «tres jóvenes» de Daniel son extraordinariamente valientes! El rey de Babilonia ha erigido un gran ídolo en medio de la llanura inmensa. Ha convocado a las muchedumbres con los prestigios de la "fiesta" y con músicas: todos alineados, a sus órdenes y al son de la música, harán el mismo gesto en el mismo instante. Son como “robots mecanizados” a quienes se les impone una religión del Estado. Está prohibido pensar de modo distinto que el rey o que el partido en el poder. El que se niega a ello es enviado al gran horno como castigo. Pero estos jóvenes son hombres firmes, hombres libres y han elegido mantener una posición personal: no quieren someterse a nadie, sino sólo a Dios. Están dispuestos a morir. Tienen puesta en Dios su confianza. Están en la Fe. Han hallado un «absoluto», un Sentido. Han encontrado una razón de vivir que es más importante que su propia vida. La muerte misma no les condiciona, no les da miedo, no empaña su libertad, ni es capaz de doblegarles.

Cantan: «Bendito eres, Señor Dios de nuestros padres, a ti el honor y la gloria para siempre».

Es un cántico de alabanza a Dios que hoy leemos como salmo responsorial. Unas alabanzas así sólo pueden brotar de corazones realmente libres.

Dios envió a un ángel a librar a sus siervos. Los tres jóvenes aceptan morir en el horno antes que renegar de su fe en un solo Dios verdadero. Pero son librados de las llamas, al igual que un día Cristo será rescatado de la muerte.

Los que se mantienen fieles al Señor, no obstante, la persecución, triunfan de un modo o de otro. Toda persecución es una prueba del justo, de su fe en el poder de Dios... Pertenece al misterio de la lucha del mal contra el bien, del vicio contra la virtud. Revela el juicio de Dios en cuanto que anuncia el juicio escatológico y el advenimiento del Reino.  El justo obra libremente por amor a Dios. Dice San Jerónimo: «Él, que promete estar con sus discípulos hasta la consumación de los siglos, manifiesta que ellos habrán de vencer siempre, y que Él nunca se habrá de separar de los que creen» (Com. al Evangelio de S. Mateo 21,3).

Y Orígenes: «El Señor nos libra del mal no cuando el enemigo deja de presentarnos batalla valiéndose de sus mil artes, sino cuando vencemos arrostrando valientemente las circunstancias» (Tratado sobre la oración 30).

Todo es figura de Cristo en su Pasión. El fuego no toca a sus siervos. Los enemigos se imaginan haber aniquilado a Jesús. Pero Dios destruye sus esperanzas y planes. El condenado, el vencido, se levanta glorioso al tercer día de entre los muertos.

* Evangelio: “Si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres”. Únicamente el Hijo de Dios revela la verdad que libera de la esclavitud del pecado. Ser hijos de Abrahán no es cuestión de raza, sino de ser, como él, justo y creyente. Ser hijos de Abrahán es, en concreto, ser hijos de Dios por la fe en Cristo. Al no creer, los judíos manifiestan que no son sino hijos del diablo. La presunción de ser hijos de Abrahán es tan infundada como la de ser libres cuando se es esclavo del pecado. San Agustín dice: «Eres, al mismo tiempo, siervo y libre: siervo porque fuiste hecho, libre porque eres amado de Aquel que te hizo, y también porque amas a tu Hacedor» (Coment. al Salmo 99,7).

La libertad que Cristo nos ha otorgado consiste ante todo en la liberación del pecado (Rom 6,14-18) y en consecuencia, de la muerte eterna, y del dominio del demonio; nos hace hijos de Dios y hermanos de los demás hombres (Col 1,19-22). Esta libertad inicial, adquirida en el bautismo, ha de ser desarrollada luego con la ayuda de la gracia.

ORACIÓN FINAL:

Dios y Padre de nuestro salvador Jesucristo, que en María, virgen santa y madre diligente, nos has dado la imagen de la Iglesia; envía tu Espíritu en ayuda de nuestra debilidad, para que perseverando en la fe crezcamos en el amor y avancemos juntos hasta la meta de la bienaventurada esperanza. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Archivo del blog