14 noviembre 2022, lunes de la 33ª semana de Tiempo Ordinario. Puntos de oración

Al final del año, la liturgia de la misa coloca lecturas del libro del Apocalipsis, el último libro de la Biblia, como meta al final de los tiempos para recordar como en el Credo el fin de nuestra vida en la tierra, el juicio final y la vida eterna que nos espera. Denuncia las faltas y reconoce las obras buenas en las siete iglesias a las que san Juan, el autor del libro, escribe sus cartas.

Nosotros siempre nos hemos fijado más en la de Éfeso y nos llama la atención cuando dice: “Pero has abandonado tu amor primero”. Cuantos en algún momento nos hemos vuelto a Jesús y nos hemos entusiasmado con su persona, porque nos ha enamorado, cuando con el tiempo parece que va disminuyendo aquel amor primero, al leer esto, nos revuelve por dentro, nos apela a que no sea así. Queremos que siga siempre como cuando nos encontramos con Él la primera vez.

Hoy en el evangelio, cuando se encuentra con el ciego sentado al borde del camino, pidiendo limosna, (estos detalles nos sirven para poder contemplar la escena que es fantástica para hacer la oración con una composición de lugar), al oír que pasaba Jesús (cuántas veces ha pasado a nuestro lado y nos ha mirado), empezó a gritar: “Jesús, hijo de David, ten compasión de mí”. ¡Cuántas veces hemos repetido esta petición del ciego en nuestra oración diaria! Cuántas veces nos hemos visto retratados cuando gritaba más fuerte: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!”

¡Qué delicioso lo que sigue! Jesús se paró y mandó que se lo trajeran y cuando estuvo cerca, le preguntó: “Qué quieres que haga por ti?”. “Señor, que recobre la vista” y la respuesta de Jesús: “Recobra la vista, tu fe te ha salvado”.

Fijémonos bien en la respuesta: lo que nos salva es la FE. El ciego tenía una fe grande de que podía ser curado. 

También nosotros somos curados por la fe, aunque nuestro primer amor se haya rebajado. Es la fe la que nos enciende en el amor a Jesús y solo el Amor es digno de FE. ¡Qué gracia más grande es esto! Nada más para entenderlo que mirar a la Virgen, ella nos contagiará esa FE y ese Amor que siempre van juntos y crecen por igual en el alma, en el corazón y en la vida. 

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