Las lecturas y el Evangelio de hoy nos invitan a reflexionar sobre el
valor oculto o “irracional” que tiene aquello que estamos llamados a vivir
desde el día de nuestro bautizo.
“Para chulo, yo” diría hoy san Pablo, poniéndose como ejemplo de
desapego al prestigio, honor, fama o reconocimiento. Y me atrevo a decir que
era necesario que Saulo llegara a lo más alto, para después darse cuenta de que
todo, sin Cristo, es basura. Un verdadero testimonio de que nosotros, siendo
mucho menos que lo que fue Saulo, somos igual de afortunados que él.
Y si aún no logramos entender el gran amor que tiene nuestro Señor por
nosotros, vayamos al Evangelio. No sé si estarás acostumbrado a perder ovejas,
pero seguro que se te ha perdido algo alguna vez, y el recuperarlo hace que
brote de ti una chispa de alegría. Bueno, pues regalemos hoy una pequeña
“chispa de alegría” a nuestro Padre, volviendo a quien nos busca y está
deseando encontrarnos.
Déjate hoy encontrar en la Eucaristía. Quizás, quien encuentre algo que llevaba mucho tiempo buscando, seas tú.