Tres temas plantea Jesús en el
evangelio de hoy.
El primero habla de la suerte que les espera a
los que escandalizan a "uno de estos pequeños". Ahí podemos incluir a
los niños, a los inocentes, a los sencillos.
Pero ¿qué es escandalizarlos? Es apartarlos
del bien, inducirles al pecado, apartarles de Jesucristo y de su Iglesia. Ante
esto podemos plantearnos hoy en la oración si podemos compensar de alguna
manera ese inevitable escándalo -dice Jesús- con nuestro buen hacer, con
nuestro ejemplo, con nuestra disponibilidad ante los demás, con nuestra
ejemplaridad alegre en el cumplimiento de nuestro deber familiar, profesional o
social.
También Jesús nos presenta hoy - segundo tema-
su deseo de que sepamos perdonar siempre. Se puede relacionar con el primer
asunto: el saber perdonar siempre es un testimonio cristiano muy fuerte, que ha
hecho bien a mucha gente. Por el contrario, el encontrarse con personas que se
dicen cristianas y no han aprendido a perdonar ha sido motivo de escándalo para
los más débiles en la fe. Nos podemos examinar sobre ello.
En tercer lugar, el evangelio nos habla de esa
petición de los discípulos: auméntanos la fe. Petición que también hoy podemos
coger nosotros como fondo de nuestra oración. La frase que vamos repitiendo
lentamente, mientras le damos vueltas, pasándolo por el corazón, a todo lo que
el Señor nos quiere decir.
Y puede resonar también interiormente la
canción que da realce a la respuesta del Señor, por muy infantil que nos
parezca: si tuvierais fe como un granito de mostaza…
Sólo como un granito de mostaza. Pidámoslo, pidámoslo con intensidad: Señor, auméntanos la fe.