Hablar con Dios es como hablar con un hermano, con un amigo, con la persona más amada, la que más queremos y que más nos quiere.
Durante este rato de reflexión, le pido perdón a Jesús por mis momentos
de debilidad en los que no he sabido corresponder. El pasado, a la misericordia;
el futuro, a la esperanza; el presente al Amor y, por ello, adelantando lo que
rezaremos cantando en la liturgia, saboreamos el Salmo. Santo, Santo, es el
Señor, Dios todopoderoso. Y me quedo pensando en cómo lo proclamarán los
ángeles, los santos, ¡María Inmaculada!, próximos a la fiesta de la
Presentación y en plena Campaña.
La parábola nos hace reflexionar sobre la relación entre cómo empleamos
los dones recibidos de Dios y su retorno, cuando Él nos pregunte cómo los hemos
utilizado. ¡Cuántas veces escuchamos a Abelardo al meditar la decisiva oración
“Tomad y recibid” que no hay entregas totales sino devoluciones absolutas!
Santa Teresa de Calcuta solía decir que para la otra vida sólo llevaremos lo
que hayamos entregado en ésta. Por tanto, no enterremos los talentos, apostemos
por ideales grandes que ensanchan el corazón, aquellos ideales de servicio que
loa harán fecundos. La vida no se nos da para conservarla, sino donarla.
¡Cuánto me acuerdo de Abilio de Gregorio cuando nos decía: me casé no sólo
porque la quería sino para quererla siempre! “Corazones partidos no los quiero,
que cuando me des el tuyo me lo des entero”.
¡Señor!, nos hablas en la parábola de un noble que viajó a un país lejano para ser nombrado rey, pero algunos hicieron lo posible para evitarlo. Nosotros, a veces, también nos oponemos a que seas el Rey de nuestra vida, a pesar de los dones que nos ofreces. Leyendo estos días la vida del padre Arrupe Un Profeta para el siglo XXI, anoté esta frase que os comparto: “El mundo será salvado por unos cuantos hombres que estén plenamente en el mundo, pero que no se parezcan nada al mundo”. Le preguntan en una ocasión que cual era su hobby en la vida: “Mi hobby ha sido siempre tratar con los hombres”.