Estamos entre la festividad de Cristo Rey, del pasado domingo, y el
inicio del Adviento, el próximo.
Es cierto que en la vida hay contradicción, sufrimiento, tribulación…
Pero de igual modo, apoyados en Jesús, estamos llamados a proclamar: “Grandes
y admirables son tus obras, Señor, Dios omnipotente, justos y verdaderos tus
caminos, rey de los pueblos. ¿Quién no temerá y no dará gloria a tu nombre?”.
En medio de nuestro quehacer diario (el dolor, la amistad, los proyectos
y también de la alegría), el Señor nos muestra caminos que dan vida, siempre
desde la fidelidad a sus palabras. Ojalá descubramos que todo ello debe estar
presidido por su misericordia y su fidelidad. ¡Qué consuelo,
alegría y ¡ENORME ESPERANZA! que sea así.
Animémonos a cantar “el cántico del cordero” (vencer a la muerte), desde
integrar en nuestras vidas que, por su causa, podemos ser perseguidos, odiados,
calumniados y entregados a juicios. Incluso pueden quitarnos la vida del
cuerpo. Pero hasta que llegue esto, pidamos la gracia de incorporar la
advertencia de Jesús: “no tenéis que preparar vuestra defensa,
porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá
hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro”.
Santa María, alcánzanos, como buenísima Madre, creer y aceptar que, seguir a Jesús, es estar dispuesto a dar la cara por Él, incluso a dar la vida (en lo cotidiano y en el martirio, si soy llamado). A creer que, una fidelidad creativa, tiene como premio una vida eterna en plena comunión con el Padre.