14 febrero 2023, martes de la 6ª semana de Tiempo Ordinario. Santos Cirilo, monje, y Metodio, obispo, patronos de Europa. Puntos de oración

Celebramos hoy, 14 de febrero, a san Cirilo, monje, y Metodio, obispo. Eran hermanos con brillantes estudios en Constantinopla, ambos misioneros de los países eslavos y patronos de Europa, oriundos de la Iglesia bizantina. Por esta razón los textos de la misa nos van a empujar con una fuerza brutal a hacer una oración misionera.

Así lo hacen tanto la primera lectura, “Yo te he puesto como luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el confín de la tierra”, como el Evangelio: “El Señor designó otros setenta y dos y los mandó de dos en dos, a todos los pueblos  y lugares a donde pensaba ir él. Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. ¡Poneos en camino!» Y les daba las instrucciones. (Espero se conozca lo que es la mies: es el grano o fruto que se recoge de los campos cultivados).

Y el salmo 116 es un envío: “Id al mundo entero y proclamad el evangelio”.

Santa Teresita se apropia las palabras de Jesús como suyas y las dice para sí, se las aplica a ella. Escribe: “les he dado las palabras que tú me diste”. Así podemos decir: “El Señor me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad.”

Esto es estar a una con el Papa, que nos ha puesto en salida, en las periferias, es decir, en misión con el que está a mi lado, al que camina, trabaja, estudia o vive cerca, con quien te encuentras todos los días al salir de casa, comenzando con los de casa, los más próximos, que es la familia.

La Iglesia tiene dos grandes patrones de las misiones: san Francisco Javier y santa Teresa del Niño Jesús, familiarmente santa Teresita.

Voy a poner algún texto de esta Carmelita. Nos va sorprender la talla de estos dos gigantes de la misión al estar en su centenario de la canonización. Leer “Historia de un Alma” es impresionante:

“Quisiera iluminar las almas como los profetas y los doctores. Quisiera recorrer la tierra predicando vuestro Nombre y plantando, Amado mío, en tierra infiel vuestra gloriosa cruz. Mas no me bastaría una sola misión, pues desearía anunciar a un tiempo vuestro evangelio a todas las partes del mundo, hasta en las mas lejanas islas. Quisiera ser misionera, no solo durante algunos años, sino haberlo sido desde la creación del mundo y continuar siéndolo hasta la consumación de los siglos.

Mas, ¡ay! Quisiera el martirio. ¡El martirio! Este ha sido el sueño de mi juventud, sueño que ha crecido conmigo en la celdita del Carmen. Pero esta es otra de mis locuras; pues no deseo un solo género de suplicio; para satisfacer mis anhelos, necesitaría padecerlos todos…”

¿Qué os parece? Y sigue contando y acaba: “Sí; hallé mi vocación en la Iglesia: ¡Mi vocación es el amor!”.

Y si leéis más, cuenta detalles de su vida ordinaria: desde una sonrisa, escuchar, doblar las capas, tratar las cosas no como propias, obedecer, la oración… Os encantará, os arrastrará a imitarla desde vuestro puesto. Alguien me decía de cierta persona: “¡qué alegre es!”, y es que estaba predicando con la sonrisa. ¿Por qué? Porque vivía y hacía misión. 

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