Luz. Ser luz, ese sería el resumen de las lecturas de hoy, pero a veces
esto puede quedarse como una idea bonita que nos sabemos de memoria.
Todos hemos experimentado alguna vez que, cuando hay muy poca luz,
cuesta más ver. Pero que poco a poco nos podemos llegar a acostumbrar a ver así
y se nos olvida lo que es ver con luz. Esto también nos puede pasar en nuestro
actuar y en nuestra fe, y acabamos viviendo en penumbras.
Hoy el Señor lo que quiere es encender la luz de nuestro corazón para vivamos otra vez con toda la luz posible, que es Él mismo. Para ello hay que tener claro lo que dice san Pablo: «nunca me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y este crucificado.» Jesús dio su vida y resucitó por mí, esa es mi luz, esa es la razón de mi vida. Os invito a recordar y adentraros en el gran regalo de amor que fue la cruz. Y a partir de ahí, con la luz de verdad, mira tu vida, sobre todo las acciones concretas con los que te rodean. Y simplemente revisa y pide llegar a ser luz para los hombres.