El Señor es compasivo y misericordioso (Sal 102)
“Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades;
Él rescata tu vida de la fosa, y te colma de gracia y de ternura”.
Este salmo nos prepara para entender y tratar de vivir el mandato de
Jesús en el evangelio de hoy. “Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu
prójimo y aborrecerás a tu enemigo”. Pero yo os digo: amad a
vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de
vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre buenos y malos, y
manda la lluvia a justos e injustos…”.
Jesús nos muestra la bondad de Dios, su amor es incondicional… Dios es
amor. Dios ama. Nosotros, en Cristo, hemos de aprender a amar y así vivir
nuestra vocación. Todo lo que Jesús nos señala en el evangelio de hoy él lo ha
cumplido. Ha intercedido por los que buscaban su muerte y no ha excluido a
nadie de su amor. Incluso a Judas, cuando lo entrega, lo llama amigo.
En el amor a los enemigos se muestra de forma clara el carácter
incondicional de su amor, como expresión de la abundancia de su corazón, que
es “compasivo y misericordioso”.
Sólo el amor de Dios en mí, que me inunda, si me dejo, me transformará
el corazón como hijo de Dios Padre, como el de Jesús que es su Hijo. Por tanto,
si nos lo pide de manera imperiosa, es que, Él lo hará en nosotros: “Por
tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto”. La
Virgen, su Madre, con cambiará el corazón, si nos acercamos a ella con
confianza de hijos.
Retorna a la lectura pausada del Salmo 102.