El Señor nos presenta un programa para esta cuaresma. Cuando alejes de
ti la opresión, cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo y sacies el alma
afligida... Todas las lecturas de hoy rezuman arrepentimiento, conversión. Si
nos acogemos a la misericordia y amor de Dios, entonces podemos y debemos
practicar también la misericordia con nuestro prójimo.
El Señor promete muchas bendiciones y gracias para nosotros y los demás
si por medio nuestro acogemos la voluntad de Dios y le damos un tiempo para la
eucaristía, confesión, sacramentos y un tiempo, aunque sea breve, para la
oración y consagrar a Él nuestro día y obras.
Entonces brillará la luz en las tinieblas, la oscuridad como el medio
día y el Señor "hartará nuestras almas y dará vigor a nuestros huesos".
Inclina tu oído, Señor, escúchame... Piedad de mí, Señor... Ese puede ser un buen comienzo para esta cuaresma. Porque el Señor nos recuerda que no ha venido a buscar a los sanos sino a los enfermos. Pero como Levi, podríamos dar gracias por tantos bienes recibidos y dejar todo aquello que nos aparta del Señor. Pidámoslo a Nuestra Madre en esta Cuaresma de conversión, reparación y gratitud por tantos bienes recibidos del Señor y su amor misericordioso.