Señor, que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean encaminadas en servicio y alabanza de tu Divina Majestad. También te suplico, Señor, que me libres de los engaños del mal caudillo y de las varias mociones que mi ánima se causan esté preparado para las buenas recibir y las malas lanzar.
San Ignacio es directo y práctico, nos pone desde el comienzo en disposición de orar. Muchas veces, mientras nos preparamos o disponemos, se ha pasado el rato de oración. Nos pasa como a los equipos que descuidados al comenzar les meten un gol sin enterarse. No nos dejemos meter el gol inicial, sino cuidando las adicciones comencemos la oración en seguida en Su Presencia que lo envuelve todo. Estamos rodeados de ÉL. Supliquemos luz para descubrir su voluntad en todo el día y fuerza de voluntad para cumplirla.
El papa Benedicto XVI nos ha escrito un documento precioso sobre la Palabra de Dios que es un encuentro con el Señor, nos anuncia la vida eterna que es Jesucristo, que estaba con el Padre y se nos ha manifestado refiriéndose al texto de 1Jn, 2,3 en el que el apóstol habla de oír, ver, tocar y contemplar. Verbos que hacemos presentes en la oración, ¿pues qué es sino, oír, ver, tocar y contemplar a Cristo, la oración? Cuando hacemos el examen de la oración al final esta debería ser la pregunta ¿Qué he hecho en este rato de oración? ¿He oído, visto, tocado, contemplado lo que me ha dicho Jesús por su Palabra?
El texto en el que nos vamos a fijar para orar hoy es un trozo del Evangelio: uno de los himnos doxológicos de los que se estudian cuando queremos conocer al Hijo de Dios, a Jesucristo. Son unos cuantos textos esparcidos por el Evangelio que de forma resumida nos dicen quién es Jesucristo. Nosotros que queremos conocerle, amarle y seguirle tenemos que tener en los labios y en el corazón estos textos.
“Cristo en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, APRENDIÓ SUFRIENDO A OBEDECER. Y llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en AUTOR DE SALVACIÓN ETERNA PROCLAMADO POR DIOS, Sumo Sacerdote según el rito de Melquisedec” (He, 5,10).
Podemos considerar:
1º Que el Verbo se abajó, se anonadó, como dice el Papa en la Exhortación, “Verbo abreviado” para darse a conocer, hecho carne, en todo semejante menos en el pecado.
2º Considerar cómo ha sido este rebajarse hasta la muerte y muerte de Cruz. Pues tanto padeció por mí
3º Repetir una y otra vez y mil veces: “Y todo esto por mí, por mí” Ya San Ignacio cuando le contemplábamos estos días en Belén quiere pensemos que todo esto por mí, perseguido por Herodes, la matanza de los Inocentes, Esteban, toda la vida oculta en Nazaret, la vida pública y finalmente la Pasión, muerte y Resurrección. Todo por mí, por mí.
“Haz Señor, que te conozca, te ame, te siga. Que Santa María que supo estar en todo momento, que conservaba meditando en su corazón todas las cosas, nos transmita esa entrega total para ser Militantes de Santa María. Así sea. AMÉN.