28 enero 2011, viernes de la tercera semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Hay una canción para niños muy famosa que hemos cantado alguna vez en fuegos de campamento o en momentos de distensión en viajes y peregrinaciones: “Si tuvierais fe como un granito de mostaza”. El que quiera puede empezar la oración con esta tonadilla. Bueno, mejor primero invocad al Espíritu Santo y poneos en manos de la Virgen con el rezo del Ángelus, y luego ya empezáis a cantar.

Vamos a utilizar un poco el símbolo de la mostaza, que aparece en el Evangelio de hoy para reflexionar sobre nuestra vida cristiana.

El nombre de mostaza procede del latín (mustum ardens) -mosto ardiente-, y es debido a que, cuando se mezclaban sus semillas machacadas con mosto, se apreciaba el característico gusto picante -ardiente- de la mostaza. Esto tiene su explicación en que la mostaza contiene un enzima y un glucósido. Cuando mezclamos la mostaza con un líquido (agua, vinagre, vino, cerveza, etc.) se produce una reacción química y el enzima descompone el glucósido en azúcar y esencias volátiles y son estas esencias las que producen los característicos aromas de la mostaza.

¿Cómo utilizar estos conocimientos en forma de metáfora? En el reino de Dios que se parece a un grano de mostaza, que debe crecer como un granito de mostaza, también podríamos sugerir que solo mezclados con el vino de Cristo seremos lo que tenemos que ser. Sólo en esa reacción mística se libera el buen olor de Cristo, como la mostaza: picante, incisivo. Tenemos que acercarnos a la Eucaristía para ser buenos cristianos.

Pero además hay otra cosa curiosa: Las mostazas pertenecen a la familia de las crucíferas, esta familia debe su nombre a la disposición de los 4 pétalos de sus flores en forma de cruz. La cruz, símbolo de nuestro bautismo, esencia de nuestra vida y de nuestro apostolado; signo único del escudo real de Cristo. Parece que Jesús conociera bien todo esto y por eso eligió esta planta para su parábola.

Aunque seamos como una pequeña semilla, podemos dar mucho fruto. Para ello ha de ser plantada en el campo, entre la gente. Dios nos ha llamado a ser grano que se pudre, pequeño, para ser germen de un gran árbol. Como laicos, como jóvenes, tenemos que estar ahí en mitad del campo, muchas veces como única planta de mostaza en medio de otras plantas –algunas de ellas carnívoras-, pero dando olor y color a ese campo.

Quizá se te ocurran todavía más cosas sobre la mostaza. La palabra de Dios tiene eso que a cada uno le dice lo suyo y es único y personal.

Y para acabar el rato de meditación, podríamos hacerlo rezando despacio y saboreando la primera estrofa del salmo de hoy. No me digas que no es conmovedor: Sin palabras.

Confía en el Señor y haz el bien,

habita tu tierra y practica la lealtad;

sea el Señor tu delicia,

y él te dará lo que pide tu corazón.

Bueno sí, una palabra complementaria, cambia el tercer verso por este otro: “sé tú la delicia del Señor.”

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