Es muy fácil rezar en este Domingo de la Octava de Pascua. Basta ponernos en presencia de Jesucristo resucitado y recibir los inmensos regalos que en el evangelio de hoy nos entrega:
- Nos regala su Paz: “¡Paz a vosotros!”
- Nos muestra las señales de su amor hasta el extremo: “Les enseñó las manos y el costado”.
- Nos confía su misión: “Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”.
- Nos entrega su Espíritu Santo para el perdón de nuestros pecados: “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados”.
El Beato Juan Pablo II instituyó que este Domingo se celebrara la Fiesta de la Divina Misericordia, según las revelaciones privadas del Señor a Santa Faustina Kowalska. A través de ella el Señor Jesús transmite al mundo el gran mensaje de la Divina Misericordia y presenta el modelo de la perfección cristiana basada sobre la confianza en Dios y la actitud de caridad hacia el prójimo. Podemos meditar en las palabras que recoge la santa en su Diario sobre esta Fiesta:
"Una vez, oí estas palabras: Hija Mía, habla al mundo entero de la inconcebible misericordia Mía. Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea refugio y amparo para todas las almas y, especialmente, para los pobres pecadores. Ese día están abiertas las entrañas de Mi misericordia. Derramo todo un mar de gracias sobre las almas que se acercan al manantial de Mí misericordia. El alma que se confiese y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de las penas. En ese día están abiertas todas las compuertas divinas a través de las cuales fluyen las gracias. Que ningún alma tema acercarse a Mí, aunque sus pecados sean como escarlata. Mi misericordia es tan grande que en toda la eternidad no la penetrará ningún intelecto humano ni angélico. Todo lo que existe ha salido de las entrañas de Mi misericordia. Cada alma respecto a mí, por toda la eternidad meditará Mi amor y Mi misericordia. La Fiesta de la Misericordia ha salido de Mis entrañas, deseo que se celebre solamente el primer domingo después de la Pascua. La humanidad no conocerá paz hasta que se dirija a la Fuente de Mi misericordia" (Diario 699).
En estos días de Pascua nos hemos acercado al Sacramento del perdón y están nuestras almas dispuestas para honrar la misericordia infinita del Corazón de Cristo y alcanzar grandes gracias para nosotros y para este mundo tan necesitado de conocer el amor y la misericordia de Dios. También podemos hacerlo alrededor de esta fiesta para gozar del abrazo misericordioso del Padre de los cielos.
Gozando de la misericordia de Dios, seamos sus testigos para tantas almas y corazones desgarrados y necesitados de ser reconstruidos de nuevo. Él nos dice como a Santa Faustina: “Proclama que la misericordia es el atributo más grande de Dios. Todas las obras de mis manos están coronadas por la misericordia”.