Una vez le preguntaba a un joven que había descubierto a Jesucristo y trataba de poner en el centro de su vida, si se aburría en la oración, si le resultaba costosa, pues siempre me preocupa que no se empiece con buen pie en el camino de la oración, clave de perseverancia y santidad y por tanto de frutos apostólicos y me respondió: ¿”Como se puede uno aburrir cuando trata con Jesús?”
Fue una respuesta tan contundente, que estaba en el camino y que pensando siempre lo mismo, no le dejaría nunca sólo. Después me preguntaba ¿Cómo hay tantos que una vez que le han conocido, le defraudan? ¿Por qué? Y me venía a lamente la respuesta que daba una religiosa cando íbamos a visitarlas: “Porque no le han conocido”
Y es verdad, conocerle, amarle, seguirle, hay que tratarle, hay que estar con Él, poner los ojos en Él, mirarle que su mirada es mirada de amor, como decía Santa Teresa: “Solo os pido que le miréis”
Este tiempo de la cincuentena de Pascua, la Iglesia se esfuerza en presentarle a lo grande, a lo glorioso, resucitado, como está ahora en los cielos y nuestro corazón por la gracia, como está en la Eucaristía y en la Comunión; en el sagrario y en la oración cuando te habla o le hablas, le escuchas o te escucha, le miras o te mira, te ama o le amas o le adoras.
Nos ayudan las apariciones a su Madre, a Magdalena, a los discípulos de Emaús, a Pedro y Juan, a los Apóstoles, a Tomás o a la orilla del lago. Cualquiera de ellas da para no un rato de oración sino para muchos pues no el mucho saber harta y satisface el ánima sino el gustar internamente lo que contemplamos”, nos recomienda san Ignacio en los Ejercicios Espirituales y allí donde encentro lo que voy buscando, me detendré sin tener prisa por pasar adelante. Por eso los Ejercicios Espirituales son la mejor escuela para aprender a orar, conocer a Jesús, quitar de sí todas las afecciones (apetitos), emprender un camino de santidad, fin para el que hemos sido creados.
Pongo a continuación algunas frases extraídas de las oraciones y lecturas del día que nos pueden servir para la oración:
1º.- Con alegría y regocijo damos gloria a Dios ha establecido su reinado el Señor, nuestro Dios todopoderoso. Aleluya. (Ant. entrada).
2º.- Señor haznos capaces de anunciar la victoria de CRISTO RESUCITADO, pues en ella están los bienes futuros en plenitud. El cielo del que nos habla toda la liturgia de este tiempo nuestra meta definitiva.
3º.-“Todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía”. ¿Tengo yo mis bienes recibidos con esta disponibilidad? Resucitar con Cristo es tener esa libertad de los hijos de Dios.
4º.- “Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna”. De otra manera el que no cree la pierde o como dice en otro lugar san Juan, ya está condenado.
Supliquemos nos conceda la alegría de la Resurrección, capaces de ansiar su victoria, unidos como los primeros cristianos, haciendo siempre su voluntad y alcanzar la vida eterna.
Oración final. Santa María, madre nuestra, alcánzanos el gozo de la Pascua: fe creciente, esperanza cierta, alegría desbordante, paz imperturbable, amor ardiente. Tus ojos para contemplarle resucitado, tus oídos para escuchar su mensaje como a los primeros cristianos, tu corazón para amarle como tú después del encuentro que tuviste con Él al dejar el sepulcro.
AMÉN