26 abril 2012. Lunes de la tercera semana de Pascua – Puntos de oración

  • El evangelio de hoy nos sitúa en un momento de transición entre dos signos precedentes, La multiplicación de los panes y su andar sobre las aguas, y la llegada a la sinagoga de Cafarnaún. Allí tendrán lugar las manifestaciones más importantes de Jesús.
  • Esta escena de encuentro, que es la del evangelio de hoy, creo que se caracteriza por una gran frialdad… Jesús no se siente ni halagado ni entusiasmado por esta búsqueda de su persona… El mismo nos dirá: “Os aseguro, me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros…” ¡Duro fue el recibimiento por parte del Señor…!
  • ¿Qué nos está queriendo decir Jesús con ello?
    • Nos podíamos preguntar como son nuestras búsquedas del Señor:
    • ¿Lo buscamos por lo que de El recibimos..?
    • ¿Lo buscamos porque tenemos necesidades que cubrir..?
    • ¿Lo buscamos porque tenemos enfermedades que curar..?
    • ¿Por qué lo buscamos?
    • ¿Quién de nosotros le busca para dar o para darse…?
    • ¿Quién de nosotros le busca para ofrecer o ofrecerse…?
    • ¿Quién de nosotros le busca para ocupar su lugar, cuando todos le desprecian, le olvidan, lo escarnecen…?
  • Tendríamos que purificar nuestras búsquedas del Señor, y para ello nada mejor que revisar nuestra rectitud y pureza de intención…
  • Me vais a permitir que glose unas líneas de los escritos del P. Tomas Morales, S.J., que me tocan muy de cerca por vocación y estado de vida. Hagamos de ellas tema de oración y sobre todo de transformación de vida.
    • “Es imposible orientar con amor y constancia nuestra vida hacia Dios, sin buscarle a El y sólo a El en nuestros pensamientos, afectos y acciones.”
    • “Son dos los peldaños para llegar a la unión con Dios: 1º El inicial: rectitud de intención, es decir dirección recta hacia Dios. 2º Más perfecto: pureza de intención, hacerlas solo por El, excluyendo el amor propio (vanidad, comodidad, sentimentalismo) para que sólo reine el de Dios.”
    • “Es decir, morir a todo lo nuestro, para vivir para Dios…”
    • Esto es un proceso lento… Desaparecer a mi vida natural para que se manifieste la sobrenatural de Cristo. “Mientras vivimos estamos siempre entregados a la muerte por amor a Jesús, para que la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.” (2 Cor. 4,12).
    • “Habamos nuestra la consigna de S. Teresa de Lisieux, y propongámonos: “en el corazón de mi Madre, la Iglesia, seré el amor”, dejando gustoso que otros actúen, y prefiriendo ser fermento oculto en la masa, cargado de amor contagioso.
    • “No podemos olvidar, que nuestra vida no es: 1. Para desarrollar mis cualidades. A Cristo podrá agradarle o no su cultivo. 2. Ni para santificar los valores terrenos (cultura, técnica, medios de difusión…) si no consta la voluntad de Dios. 3. Ni siquiera para salvar las almas, sino para agradar a Dios haciendo Su beneplácito. 4. Ni tampoco para salvar el alma propia. Esto se producirá como consecuencia si cumplo el fin de la vida: asemejarme a Cristo en el cumplimiento de la voluntad del Padre. “La vida, si no es para parecerse a Cristo, no es buena.” (S. Juan de la Cruz).
    • Solo así nos convertiremos en hostia de alabanza, que se eleva en medio del estrépito de pasiones que agitan el mundo…

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