En la primera lectura se nos da la receta para saber si lo que hacemos es de Dios o es cosa nuestra. Como siempre el tiempo tiene la palabra. Por eso no conviene preocuparse tanto por los resultados o la situación por la que se atraviesa, sino por si realmente se hace o no lo que Dios quiere.
Estos días la primera lectura narra uno de los momentos más bellos de la iglesia, sus inicios, donde todo aparece tan sencillo y tan familiar. Lo mismo que sucede en un pequeño grupo cuando empieza a nacer.
Pidamos a Dios para que libere a la Iglesia de las impurezas que a lo largo de tantos siglos se le van pegando y que desdicen tanto del ideal que Jesús soñaba. De nuestra parte solo queda presentarle a Dios nuestros pobres panes, y tener el valor de que nos los transforme a su voluntad.