10 abril 2013. Miércoles de la segunda semana de Pascua – Puntos de oración

Os propongo para la oración de hoy un breve pero enjundioso texto de Isaac el Sirio, monje del siglo VII, cogido de su obra “Capítulo sobre el conocimiento”. Parte de una frase realmente maravillosa del evangelio de hoy:

“Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único”

“El don de Dios y el conocimiento que confiere el don no son nunca motivo para turbarse o para levantar la voz, porque el lugar donde habita el Espíritu con amor y humildad es un lugar donde reina la paz...

Si el celo ardoroso hubiera sido necesario para enderezar los caminos del hombre ¿por qué Dios se habría revestido de un cuerpo y habría utilizado la dulzura y la humildad para convertir al mundo a su Padre?

¿Y por qué habría abierto sus brazos en la cruz por los pecadores, sometiendo su cuerpo santísimo al sufrimiento en favor del mundo?

Yo afirmo que Dios lo hizo por una sola razón: dar a conocer al mundo su amor, para que nuestra capacidad de amar, aumentada por esta constatación, se haga cautiva del amor de Dios.

Así, el extraordinario poder del reino de los cielos que consiste en el amor, ha encontrado una ocasión de expresarse en la muerte de su Hijo... para que el mundo se dé cuenta del amor de Dios por su creación.”

Quedémonos con esa frase del evangelio, y saboreémosla durante un largo rato: “Tanto amó Dios al mundo…”

Y al final recordemos para qué Jesucristo murió y resucitó: para “que tengan vida eterna”, para que “que el mundo se salve por él”.

Demos gracias a Dios, demos gracias a María, pidamos a nuestra Madre comprender cada día un poco más este misterio de amor, humildad, dulzura, entrega.

Terminemos rezando con alegría el Regina Coeli: ¡Reina del cielo, alégrate, aleluya!

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