29 abril 2013. Lunes de la V semana de Pascua – Santa Catalina de Siena –Puntos de oración

Celebramos la fiesta de esta Santa y Doctora de la Iglesia, que defendió valientemente los derechos y la libertad del Romano Pontífice, favoreciendo también la renovación de la vida religiosa.

Fue proclamada patrona de Italia, junto con San Francisco de Asís, en 1939, y doctora de la Iglesia en 1970, primera mujer, junto con Santa Teresa de Jesús.

Nos adentramos en la meditación de este día acompañados por esta mano delicada y firme, que vivió una de las épocas más tormentosas de la Iglesia en el siglo XIV, a causa del cisma, de los desórdenes y de las reformas.

La oración colecta de la Misa de este día nos muestra cómo debe ser nuestra unión con Dios:

“Señor Dios, tú que hiciste a Santa Catalina de Siena arder de amor divino en la contemplación de la Pasión de tu Hijo y en su entrega al servicio de la Iglesia; concédenos, por su intercesión, vivir asociados al misterio de Cristo para que podamos llenarnos de la alegría con la manifestación de su gloria”

Arder en amor divino, ese es el objetivo de toda oración bien hecha.

“Dios es luz sin tiniebla alguna”

Es una llamada a vivir en la luz, una luz que alumbra toda nuestra vida. De lo contrario permanecemos en tinieblas, que es el fruto del pecado, según nos enseña San Juan en la primera lectura.

Pero si reconocemos nuestra pobreza, Dios, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados, como nos recuerda insistentemente el Papa Francisco: “Dios no se cansa nunca de perdonarnos”

Santa Catalina se consideraba a sí misma pequeña, insignificante. Y aquí nos metemos de lleno en el mensaje del Evangelio. Jesús da gracias al Padre porque ha escondido estas cosas a los sabios y se las ha revelado a la gente sencilla.

Para esta Doctora de la Iglesia, el secreto de su vida mística estaba en la Eucaristía, “alimento del cielo que sustentó también su vida temporal” “Quiero la Sangre en la cual se sacia mi alma”

Ser humildes es la clave de la santidad, a la que todos estamos llamados.

Podemos acabar el rato de oración suplicando a Dios, por intercesión de María, la Virgen humilde y sencilla, que nos conceda esta virtud de ser y sabernos pequeños.

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