1. Oración preparatoria hacemos la señal de la cruz y nos
ponemos en la presencia de Dios. Invocamos la ayuda del Espíritu Santo y
rezamos mentalmente la oración preparatoria de Ejercicios: “Señor, que todas
mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y
alabanza de tu divina majestad.” (EE 46)
2. Petición: para ello leemos
despacio la oración colecta que la iglesia nos propone hoy invitándonos a la
alegría pascual: “Que tu pueblo, Señor, exulte siempre la verse renovado y
rejuvenecido en el espíritu, y que la alegría de haber recobrado la adopción
filial afiance su esperanza de resucitar gloriosamente. Por nuestro Señor
Jesucristo. Amén.”
3. Puntos para orar: Hoy, domingo,
celebramos la resurrección del Señor con las resonancias cercanas del día de
Pascua. La iglesia nos muestra hoy en el evangelio la escena de la aparición de
Jesús resucitado en el lago a los discípulos que estaban intentando pescar,
fieles a la iniciativa de Pedro. Un pasaje lleno de belleza y de riqueza que la
iglesia, nosotros, no nos debemos cansar de meditar. Jesús se apareció
verdaderamente a sus discípulos. Y viene con oficio de consolar y de confirmar
en la misión encomendada, a pesar de los fallos de los hombres. Como a veces
nosotros en nuestra vida, no le reconocemos a la primera en las circunstancias
de la vida. Jesús quiere ser reconocido pero en la fe. Los apóstoles, por lo
que dice el evangelio, sabían que era él, pero no lo debían de ver igual que lo
veían antes de la resurrección, pues no se atrevían a preguntarle quién era,
aunque tenían claro que era Jesús por la fe que tenían en él y que ya se iban
acostumbrando a discernir su presencia en la nueva vida después de la
resurrección. Jesús está ya en la orilla de la eternidad, muy atento a nuestra
vida para indicarnos por donde está la pesca. Y vemos en esta escena que, lleno
de delicadeza, se adelanta a prepararnos el almuerzo, sabiendo nuestras
necesidades y que en la noche de la vida nos cansamos y desilusionamos muchas
veces de lo infructuoso de nuestra labor. Jesús nos espera en la orilla y allí
nos tiene preparado el almuerzo con él después de la noche de esta vida.
4. Del Catecismo de la Iglesia
Católica (nº 655): la Resurrección de Cristo –y el propio Cristo resucitado– es
principio y fuente de nuestra resurrección futura: “Cristo resucitó de entre
los muertos como primicia de los que durmieron […] del mismo modo que en Adán
mueren todos, así en también todos revivirán en Cristo” (1 Co15, 20-21). En la
espera de que esto se realice, Cristo resucitado vive en el corazón de sus
fieles. En Él los cristianos “Saborean […] los prodigios del mundo futuro (Hb
6,5) y su vida es arrastrada por Cristo al seno de la vida divina para que ya
no vivan para sí los que viven, sino para aquel que murió y resucitó por ellos”
(2Co 5,15)
5. Unos minutos antes del final de la
oración: Avemaría o Salve a la Virgen.
6. Examen de la oración: ver cómo me
ha ido en el rato de oración. Recordar si he recibido alguna idea o sentimiento
que debo conservar y volver sobre él. Ver dónde he sentido más el consuelo del
Señor o dónde me ha costado más. Hacer examen de las negligencias al preparar y
al hacer la oración. Pedir perdón y proponerme algo concreto para enmendarlo.