PRIMERA
APARICIÓN DE JESÚS TRAS SU RESURRECCIÓN
Vamos a hacer un rato de oración pegados al texto del
evangelio, concretamente a la primera parte, lo correspondiente a la primera
aparición.
Lee hasta donde empieza lo de Tomas el mellizo. Léelo
dos veces y piensa que hace y dice Jesús para los que están ahí que son todos
los apóstoles (salvo Tomás), la Virgen y algunas mujeres y otros del entorno
como José y Matías (el que pasa a ocupar el lugar de Judas (Hechos 1,23)).
Lo primero que se nota es lo que hace: ponerse en
medio de todos que a su vez se colocan automáticamente como en un círculo en
torno a Él. Luego seguiremos pensando, pero es imposible pasar de largo sobre
esta escena. Este milagro se actualiza hoy para nosotros y es adecuado
imaginarse como uno de tantos de los que están ahí. Con la poca fe que tenemos
en todo lo de Dios y la resurrección, te lo imaginas delante, mirándote. Te
extiende los brazos ¿te adelantarás a abrazarle? Él da el primer paso, atrévete
a dar tu el segundo. ¡Quédate un rato abrazado! Piensas en lo poco que te queda
para abrazarle de manera “física”, cuando dentro de un poco tiempo la gente
diga que te has muerto. Los emigrantes en lejanas tierras, que han marchado
para poder mantener a la familia y efectivamente se dedican a ahorran todo lo
posible para mandárselo, sueñan con el regreso, con su llegada al aeropuerto
donde le esperan su mujer y sus hijos, con ese abrazo. Nosotros somos
emigrantes y cuando lleguemos disfrutaremos “físicamente” y
“conscientemente”del abrazo con Jesús, con la Luz de las luces. (Ver la Nota)
Desde el abrazo puedes mirar a tu alrededor. A las cosas que tienes entre
manos: el trabajo, del que quizás te echen por la persecución a los cristianos
(perdón me he ido a lo que les pasaba y les pasa en la actualidad a algunos
hermanos nuestros), del que quizás te echen por la crisis económica, al miedo a
ser coherente con la fe a la hora de quedarte con dinero do otros (estado,
impuestos) o de vivir adecuadamente las relaciones conyugales, a tu marido, a
tu mujer, al hijo que se te está extraviando, al otro que va para bueno aunque
a ti te gustaría que fuese bueno a tu estilo. Pídele la fe. Luego… En fin,
abandono este camino precioso para centrarme en otro más frio y reflexivo.
Nos fijamos ahora en sus palabras. Seguramente piensas
en Paz, en que Jesús les envía al mundo y en el perdón de los pecados. Primero
piensas en el sentido de estos tres conceptos para los que estaban presentes y
luego lo que representa para ti en estos momentos. Por ejemplo la Paz. La paz
es la tranquilidad en el orden o bien el equilibrio y estabilidad entre las
partes de una unidad. Ellos no estaban en paz porque tenían la lucha interior
entre la fe y lo que nos dicen los sentidos apoyados por el demonio que es
carne y mundo. También tenían miedo a que les apresasen y les hiciesen daño.
Estaban en tensión entre esconderse y lanzarse a decir lo que habían visto y
oído… puedes pensar en algo más sobre la paz que no tenían y por qué es lo
primero que les quiere regalar Jesús y además es su deseo preferido durante
toda la resurrección.
Ahora piensas en el significado de este “Paz a
vosotros” referido a ti mismo.
Lo mismo puedes hacer con las otras frases que elijas.
Ahora está “de moda” la idea del papa Francisco de
salir a la periferia. ¿Lo practica Jesús aquí? Desde luego les da unos poderes
extraordinarios a gente muy poco preparada, en la periferia de la ciencia, la
cultura y la economía. ¿Qué será salir a la periferia en tu vida cristiana?
Da otra pasada a toda la escena poniéndote en la piel
de Jesús. Como estaba esperando esta hora, cómo pensaba en Pedro, en la
ratificación en su puesto. Cómo disfrutaba y preparaba los acontecimientos para
que a ser posible, todos estuviesen allí. Hay uno que se le escapa, porque
somos libres y cada uno podemos evolucionar como queramos. Cómo disfrutaba
pensando en el abrazo del que hablábamos antes. Cómo miraba a su madre. ¿Desde
cando estaba esperando estos momentos?
También puedes pensar en la presencia en la Misa y en
la Eucaristía.
Nota: Todos, es decir absolutamente todos los que han tenido una
experiencia próxima a la muerte, han visto y han tocado de alguna manera y
cuando vuelven a la vida normal conservan el recuerdo idéntico al recuerdo
guardado por las veces que han visto y han tocado en el sentido habitual de la
palabra. Como esto es coherente con la fe trasmitida por Jesús, puedo suponer
con mucha certeza (no sé si es dogma de fe o verdad de fe o nada) que veré y tocaré
a Jesús y con esta convicción escribo el texto. Si alguno cultiva
voluntariamente la soberbia y nos se arrepiente de sus pecados, allá él. Yo
hasta ahora intento lo contrario y por eso espero salvarme.