27 abril 2013. Sábado de la cuarta semana de Pascua – Puntos de oración

Nadie, ni aun en los fulgores de la visión beatífica, es capaz de mirar a Dios. Salvo el Verbo. Ya nos lo dijo el apóstol y evangelista Juan en el prólogo de su evangelio: “A Dios nadie le ha visto jamás. Solamente el Hijo Unigénito, que está en el seno del Padre” (Jn 1, 18).

En los esplendores eternos hay silencio. Divino silencio. Sólo se escucha una Palabra tan pletórica de verdad, tan llena de sentido, que es única.

Cruce eterno de miradas. Del Verbo al Padre, y del Padre al Verbo. Pero también mirada humana de Jesús al Padre: en el pesebre de Belén, en el taller de Nazaret, en los caminos polvorientos de Judea.

Más aún, al mirarnos Jesús a nosotros, sus hermanos, no deja de ver al Padre. Y nos enseña a mirar al Padre llamándole así: Padre nuestro. Atrayendo así sobre nosotros la mirada amorosa y complacida de Dios-Padre, y alcanzándonos clemencia, misericordia y perdón.

¡Cómo buscamos al llegado de lejanas tierras, de países ignotos, para que nos hable de ellos! Pues Jesús, que ha bajado de lo alto, es quien puede hablarnos de lo que ha visto, sentido y amado. De los bienes reservados a cuantos, fijos los ojos en Él, han seguido sus huellas.

En los ojos de Jesús está el cielo. En ellos está reproducida la imagen del Padre con rasgos indelebles y precisos. Ojos que atraen con fuerza irresistible la mirada complacida de Dios-Padre. ¿No nos dice hoy Cristo en el evangelio “el que me ha visto a Mí, ha visto al Padre”? Y en ese cruce de miradas del Padre y del Hijo, está cada uno de nosotros. Vamos, pues, a pedir en nuestra oración de mañana: “Madre, que le mire, que me deje mirar”.

Mi vida es un sueño blando.
Sueño de unos ojos bellos.
Ojos que me están mirando
sin poder verlos yo a ellos.

Como un beso sobre mí
siento los ojos de Cristo.
Yo abro siempre los míos
por si logro ver los suyos.
Mas nunca se los he visto.

Por ver tus ojos, ya sé,
que exiges, Señor, la muerte.
Por tus ojos moriré.
Por tus ojos cegaré.
Con mis ojos no veré,
¡para verte!

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