28 abril 2013. Domingo de la quinta semana de Pascua (Ciclo C) – Puntos de oración


Comencemos con la oración inicial de la Misa de este Domingo, arranquemos de sí toda rutina, desgana o desaliento. Hay que hacerse violencia. No hay nada peor que ser tacaño con Dios, no dándole los mejores tiempos, intenciones, acciones y operaciones encaminadas en servicio y alabanza de su infinita Majestad:

“…míranos con amor de Padre y haz que cuantos creemos en Cristo, tu Hijo, alcancemos la libertad   verdadera y la herencia eterna.”

¿Qué puede ocurrir si esta mañana de domingo durante la oración nos dejamos mirar? El mirar de Dios es amar dice san Juan  de la  Cruz. Dejarte envolver por su mirada. Nos puede pasar lo que a  Santa Teresa cuando oyó esta canción:
“Véante mis ojos, dulce Jesús bueno,Véante mis ojos, muérame yo luego

Y puestos bajo su mirada, vamos a contemplar dos momentos de las lecturas:

1.- A Pablo y Bernabé de misión por Listra, Iconio y Antioquia “animando a los discípulos y exhortándolos  a perseverar pues hay que pasar mucho para entrar en el  Reino de los Cielos”. Que no es cosa de niñerías nos diría el papa Francisco. Y cómo la gracia de Dios estaba con ellos porque no se daban vueltas, solícitos en la salvación de todos los hombres. Es el mismo programa que el del Papa: caminar, edificar y confesar. Hay que salir de nosotros mismos. Son tantos los que nos están esperando y no tienen a otro que esté a su lado y se lo anuncie que tú, que yo porque no van a venir si no vamos a su encuentro. Es el momento de los laicos desde sus puestos de avanzadilla. Pero todo por Él, en Él y con Él como nos dice el Papa en su programa. Ponerse en marcha, edificar con Cristo y confesar que ha muerto y resucitado para salvarnos, para darnos la libertad verdadera, que solo en Él se encuentra,  como encontraremos la herencia eterna, el Reino de los  Cielos.

2.-Ahora nos fijamos, si hemos recorrido el primer punto y no hemos encontrado lo que buscábamos, en el Evangelio: Judas ha salido del cenáculo. Parece que  era necesario para que nos dejara el testamento del AMOR. Nos fijamos en Jesús, como Él nos ha mirado y purificado, nos atrevemos a levantar la mirada para no perder ni un detalle de lo que nos-me- va a decir: “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado-hasta el extremos dirá san Juan n otro lugar-. La señal por la que conocerán que sois discípulos míos, será que os amáis unos a otros.” Si es así, seremos creíbles. ¿Soy creíble con mi vida? ¿Suscito inquietud de conversión? Esto también nos lo decía el papa Francisco: ¿Hoy es creíble la Iglesia? Como nos decía el P. Morales, la Iglesia soy yo. Por estar bautizado, ¿soy creíble?

Miremos a María Ella sí es creíble y puede hacerlo con cada uno de nosotros. Nos están esperando millones de hombres. Santa María, enséñanos a mirarle a dejarnos mirar y seremos esos testigos creíbles.

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