1. "No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y camina”.
Gracias, Señor, por lo que no tengo (oro, plata, cualidades, fama,…), y muchas gracias por lo que TENGO: A Ti. Y cuanto más te entrego, más te tengo.
2. Salmo 105(104),1-2.3-4.6-7.8-9. ¡Dad gracias al Señor, invocad su Nombre!
Sí, he sido creado para Ti, para darte gracias y para que todos te den gracias
3. Y se decían: "¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?".
Este conmovedor pasaje es como una Misa:
1. Lamentar la pérdida. Señor, ten piedad
2. Discernir la Presencia: ¡Palabra de Dios!
3. Invitar al Desconocido: Yo creo
4. Entrar en comunión: Tomad y comed
5. Partir en misión. Id y contadlo
Ayúdame, Señor, a ser dócil al Espíritu Santo que nos lleva a dejarnos plasmar por él, para ser otro Cristo. Nadie da lo que no tiene; nadie pueda dar testimonio de Cristo sin reflejar su imagen; la docilidad al Espíritu compromete también a acoger los dones de fortaleza y discernimiento.
Todos debemos ser dirigidos y directores. Todos debemos aspirar no sólo a ser educadores de los demás, sino forjadores de formadores. Como Juan Pablo II expuso el 11 de octubre de 1985, el formador debe ser "contemplativo enamorado de Dios y experto conocedor del corazón humano". El P. Tomás Morales tenía como divisa: "El educador debe juntar a la firmeza de un padre, la ternura de una madre, la abnegación de un maestro, el celo de un sacerdote y la paciencia de un santo".
Dice San Agustín: Este pasaje del Evangelio nos da una gran lección, si sabemos comprenderlo. Jesús aparece, se muestra a los ojos de los discípulos, y no es reconocido. El Maestro los acompaña por el camino, pero Él mismo es el camino (Jn 14,6)
¡Santa María del Camino! Ven con nosotros a caminar, con Cristo, el único CAMINO, y que por Él camine la Humanidad!