Hoy es la fiesta de santa Teresa del Niño Jesús, carmelita y doctora de la Iglesia. Hoy también celebramos el vigésimo aniversario del P. Tomás Morales que hizo de esta santa adalid y protectora de sus obras.
Nuestra oración puede tener presente estás dos realidades. Os invito a recordar la catequesis del gran Papa Benedicto XVI sobre “la santa más grande de los tiempos modernos” *.
Dice Benedicto XVI: “Mi amado predecesor (san Juan Pablo II) la definió «experta en la scientia amoris» (Novo millennio ineunte, 42). Esta ciencia, que ve resplandecer en el amor toda la verdad de la fe, Teresa la expresa principalmente en el relato de su vida, publicado un año después de su muerte bajo el título de Historia de un alma. Historia de un alma es una maravillosa historia de Amor, narrada con tanta autenticidad, sencillez y lozanía que el lector no puede menos de quedar fascinado ante ella. ¿Cuál es ese Amor que colmó toda la vida de Teresa, desde su infancia hasta su muerte? Queridos amigos, este Amor tiene un rostro, tiene un nombre: ¡es Jesús! La santa habla continuamente de Jesús.
Santa Teresa de Jesús Niño “Era la última hija de Luis y Celia Martin, esposos y padres ejemplares, beatificados juntos el 19 de octubre de 2008”. Santa en una familia también santa, se fue configurando con los misterios de Jesús en su Encarnación y Redención. La gracia de la Navidad la hizo crecer humana y espiritualmente y su vida se vio configurada también con el misterio de la cruz por la enfermedad y por la noche de la fe.
Las sencillas palabras «Jesús, te amo» están en el centro de todos sus escritos. Teresa es uno de los «pequeños» del Evangelio que se dejan llevar por Dios a las profundidades de su Misterio. «Yo no puedo tener miedo a un Dios que se ha hecho tan pequeño por mí (...) ¡Yo lo amo! Pues él es sólo amor y misericordia» (Carta 266). «Sólo tengo que poner los ojos en el santo Evangelio para respirar los perfumes de la vida de Jesús y saber hacia dónde correr... No me abalanzo al primer puesto, sino al último... Sí, estoy segura de que, aunque tuviera sobre la conciencia todos los pecados que pueden cometerse, iría, con el corazón roto de arrepentimiento, a echarme en brazos de Jesús, pues sé cómo ama al hijo pródigo que vuelve a él». Vive así un don total de sí mismo, para siempre, como dice la santa contemplando a María: «Amar es darlo todo, darse incluso a sí mismo» (Poesía Por qué te amo, María).
Hagamos hoy nuestra oración con esta maestra, “doctora”, de vida cristiana; aprendamos su sencillez y energía. Oremos también por los cristianos que tienen dificultades: por los que son perseguidos por su fe con riesgo de su vida y por los que se ven empujados a traicionar su conciencia en nuestra sociedad hedonista; tengamos un corazón universal como la patrona de las misiones.