Iniciamos nuestro rato de oración poniéndonos en la presencia del Señor. Sentimos que Dios está presente y le pedimos a la Virgen que nos ayude a estar más diligentes y cercanos a la voz del Señor.
Las lecturas de la misa de hoy son muy sugerentes y, sobre todo, el Evangelio, nos puede ayudar mucho porque nos hace darnos cuenta de lo sensible que es Jesús a las sencillas muestras de afecto por nuestra parte. No dejes nunca de expresar interna y externamente el amor hacia Jesús: Él se da cuenta y lo agradece.
Te sugiero para la oración de hoy fijarte en la oración colecta de la misa; es la primera de las oraciones que se hacen en la misa:
“Oh Dios, creador y dueño de todas las cosas, míranos, y para que sintamos el efecto de tu amor, concédenos servirte de todo corazón. Por nuestro Señor Jesucristo.”
El truco está en ese “míranos”. Venimos a la oración a dejarnos mirar por Jesús y de esa forma sentirnos amados por Él. Es más importante sentirse amados por el Señor, que amar al Señor; lo segundo viene como consecuencia de lo primero. Si tu oración transcurre siendo mirado por Jesús y tú sintiéndolo, habrás hecho el mejor rato de oración de tu vida.
El cura de Ars le preguntaba a un sencillo labriego que se pasaba largos ratos delante del Sagrario: ¿Qué hace, buen hombre, tanto tiempo en oración? El buen hombre le contestaba: - Yo le miro y me dejo mirar.
Bastó una sola mirada de Jesús a Pedro, después de haberle negado tres veces, para conseguir su arrepentimiento y su conversión.
Pídele a la Virgen que también participe en este juego de miradas y si te distraes un momento, pídele que te meta de nuevo en el juego.