Tres ideas fuerza nos aportan estas lecturas:
Primera: “El conocimiento engríe, lo constructivo es el amor.”
Segunda: “Guíame, Señor, por el camino eterno”
Tercera: “Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen.”
La primera idea nos la explica la beata Teresa de Calcuta cuando nos dice: “Nuestra tarea consiste en animar a cristianos y no cristianos a realizar obras de amor. Y cada obra de amor, hecha de todo corazón, acerca a las personas a Dios.”
Lo único constructivo es el amor porque construye el Reino de Dios. Todo lo que hagamos si no contribuye a construir ese Reino no sirve para nada.
La segunda idea es repetir con el salmo: “Guíame, Señor, por el camino eterno”.
Para seguir a Jesucristo en el Camino, la Verdad y la Vida que nos lleva a instaurar el Reino en esta tierra necesitamos la guía del Señor. Él nos dijo “Sin Mí, no podéis hacer nada”. Repitamos este salmo, no solo en la oración, sino en todo momento del día para que acertemos en nuestro quehacer diario en la construcción con amor de ese edificio eterno.
La tercera idea nos bien de los labios de Jesús: “Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen.”
“Ama hasta que te duela. Si te duele es buena señal.” Nos dice la Madre Teresa.
Cuántas veces tenemos que construir ese Reino amando a los que no nos aman o nos odian.
“Guíame, Señor, por el camino eterno” para que no me desvíe del camino y llegue un día a tu Reino del Cielo, dejando el mundo un poco mejor de cómo me lo encontré.