28 septiembre 2014. Domingo de la XXVI semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración

Una vez colocados en la presencia de Dios, desde la humildad del corazón, nos adentramos en el diálogo fecundo y sabroso que es la meditación de cada día.
Las lecturas que nos presenta la liturgia de este domingo nos proporcionan una materia muy profunda para nuestra oración personal.
El segundo hijo de la parábola evangélica comenzó diciendo: “Voy, Señor”, pero luego no cumplió su propósito. ¿Te ves reflejado en esta forma de proceder?, ¡Cuántas veces somos inconstantes en nuestros buenos propósitos!
Muchas veces queremos, tenemos buenas intenciones, pero nos dejamos llevar de la pereza y no cumplimos lo prometido. ¡Qué importante es la perseverancia! La virtud no está en empezar las cosas, sino en terminarlas.
Por lo general no nos cuesta mucho empezar algo nuevo, lo emprendemos con alegría y entusiasmo. Pero llega un momento en que surgen las dificultades, de dentro y de fuera. Las cosas no discurren como habíamos planeado. Entonces tenemos la tentación de abandonar, tan frecuente en los reveses del camino.
Así es nuestro peregrinaje en el terreno del espíritu. Queremos, pero nos echamos atrás algunas veces.
En contrapartida está la actitud del otro hijo. Al principio se rebela y dice: “No quiero”, pero finalmente accede a la petición de su padre.
¿Qué es lo que cuenta de verdad? Pues cómo acaban las cosas.
Jesús, en una de esas afirmaciones fuertes del Evangelio dice: “Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevarán la delantera en el Reino de los cielos”.
Es una llamada de atención para reflexionar en nuestra meditación de hoy.
Una vez más se muestra con creces la misericordia de Dios para con los débiles y pecadores.

Pedirles al Señor y a su Madre que, a pesar de nuestra debilidad, que podamos realizar la tarea que nos encomienda el Padre. Incluso aunque nos rebelemos en un principio.

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