1. Oración preparatoria: hacemos la señal de la cruz y nos ponemos en la
presencia de Dios. Invocamos la ayuda del Espíritu Santo y rezamos mentalmente
la oración preparatoria de Ejercicios: “Señor, que todas mis intenciones,
acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de tu
divina majestad.” (EE 46)
2. Petición. Señor,
“enséñanos a calcular nuestros años para que adquiramos un corazón sensato” (Salmo
89)
3. Puntos para orar: Hoy
la liturgia nos presenta dos lecturas en que se aborda el final del hombre. En
el libro del Eclesiastés, con imágenes y comparaciones bellas e ingeniosas se
nos habla sin complejos ni medias tintas de la vanidad de la vida, de la
perspectiva realista de la vejez, con sus limitaciones y achaques, de cómo la
juventud y toda la vida pasan rápido, de cómo nos espera el juicio de Dios. En
el Evangelio Jesús les dice a sus discípulos: “meteos bien esto en la
cabeza: al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres” Jesús
les habla de que le espera un final trágico, de que su vida camina hacia su
fin, hacia la Pasión querida por el Padre y que es “su hora”. Y los discípulos,
como nosotros hoy, no nos enteramos de nada, de que esto se acaba y a mí como a
ellos, me da miedo pensar en mi final y preguntar a Dios sobre el asunto. Y
hoy, al hilo de la liturgia, puede ser una buena ocasión para meditar sobre el
fin de nuestra vida, sobre la fugacidad del tiempo y de todas las ilusiones que
nos hacemos. De la vanidad de tantas cosas y tantos proyectos; sobre lo que
Dios quiere de mi vida y de cómo todo se acaba en breve. Una ayuda para esto
puede ser leer despacio, meditando en nuestro rato de oración de hoy el salmo
89 que nos ofrece también la liturgia y que aparece abajo completo. El final
concreto de nuestra vida sólo lo sabe Dios. Labor nuestra es, cómo dice el
salmo, adquirir un corazón sensato y para eso nada mejor que pedir al Señor que
nos enseñe a calcular nuestros años, es decir, a tener presente que nuestra
vida se acaba, que tenemos, como los yogures, fecha de caducidad y considerar,
a la luz de la misericordia de Dios y a la vista de la Cruz del Señor, que
después de mi muerte estará el juicio de Dios. Señor, que adquiramos un corazón
sensato.
SALMO 89
Oración de Moisés, varón de Dios.Señor, tú has sido nuestro refugiode generación en generación.Antes que naciesen los monteso fuera engendrado el orbe de la tierra,desde siempre y por siempre tú eres Dios.Tú reduces el hombre a polvo,diciendo: «Retornad, hijos de Adán».Mil años en tu presenciason un ayer, que pasó;una vela nocturna.Los siembras año por año,como hierba que se renueva:que florece y se renueva por la mañana,y por la tarde la siegan y se seca.¡Cómo nos ha consumido tu cóleray nos ha trastornado tu indignación!Pusiste nuestras culpas ante ti,nuestros secretos ante la luz de tu mirada:y todos nuestros días pasaron bajo tu cólera,y nuestros años se acabaron como un suspiro.Aunque uno viva setenta años,y el más robusto hasta ochenta,la mayor parte son fatiga inútil,porque pasan aprisa y vuelan.¿Quién conoce la vehemencia de tu ira,quién ha sentido el peso de tu cólera?Enséñanos a calcular nuestros años,para que adquiramos un corazón sensato.Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?Ten compasión de tus siervos;por la mañana sácianos de tu misericordia,y toda nuestra vida será alegría y júbilo.Danos alegría, por los días en que nos afligiste,por los años en que sufrimos desdichas.Que tus siervos vean tu acción,y sus hijos tu gloria.Baje a nosotros la bondad del Señory haga prósperas las obras de nuestras manos
4. Unos minutos antes del final de la
oración: Diálogo con Jesús, Avemaría a la
Virgen.
5. Examen de la oración: ver cómo me ha ido en el rato de oración. Recordar si he recibido
alguna idea o sentimiento que debo conservar y volver sobre él. Ver dónde he
sentido más el consuelo del Señor o dónde me ha costado más. Hacer examen de
las negligencias al preparar o al hacer la oración, pedir perdón y proponerme
algo concreto para enmendarlo.